La semana que se va fue
productiva en innumerables aspectos. El Gobierno pareció despertar y acudió a
la toma a relevar el estado de las familias que la ocupan. No descubrió nada
nuevo puesto que no iba con expectativas de encontrar nada, si obtuvo algunas
ganancias hoy coyunturales que se pueden consolidar en estructurales.
El apriete táctico
El Gobierno fue más
rápido de reflejos que en la mayoría de sus intervenciones anteriores.
Velozmente estructuró un discurso que explicara los sucesos, asignó
responsabilidades y delineó una argumentación política lógica para sostener su
postura frente a las tomas y la asignación de tierra y viviendas. Si bien no
logró llevar hacia ese molino las aguas de la oposición política, a fin de la
semana que se va vertebró una red de la que fue imposible que los actores de la
oposición se desenreden. Una reunión extensa en el despacho del Intendente,
pases de factura que se filtraron a la prensa y la inevitable expresión del
pleno de los concejales acerca de que no comparten la metodología de la toma de
tierras pero reconocen que ello es fruto de la falta de una política de Estado
en tema de viviendas que trascienda a los gobiernos.
A pesar de este
escenario corto donde el Gobierno parece bien posicionado, el Ejecutivo padece
un mal endémico, estructural, que es su letanía a la hora de tomar las
decisiones. Parece no comprender que no tiene frente suyo a una oposición
estructurada detrás de un proyecto político compacto y uniforme (más bien
abundan los microemprendimientos que pisan sobre los mismos universos
electorales, pero este será objeto del análisis de la próxima semana). De este
modo, parece avanzar esperando el acompañamiento conceptual de la oposición
política, pese a que este escriba entiende que se recorta claro sobre el mapa
político un quiebre donde los actores que adversan al actual gobierno están
dispuestos a restarle cuanta legitimidad puedan y empujarlo, si es necesario, a
abismos recurrentes que debiliten aún más la imagen del gobierno de cara a la
ciudadanía, tal lo expuesto en la anterior columna “La
conspiración”.
No obstante esta
apreciación que hace al cuadro de largo plazo, la táctica semanal, vuelve a
reconocerse, fue fructífera para el Gobierno que habiéndolo intentado la semana
anterior a través de sus concejales, sólo consiguió el acompañamiento del pleno
del cuerpo deliberativo cuando ofreció una reunión exclusiva con el jefe
comunal, pero de la que salió fortalecido no como Gobierno sino como discurso
de cara a la sociedad. Es de importancia esbozar esta diferenciación ya que una
cosa es el discurso que debe sostener el Gobierno hacia afuera en la necesidad
de fortalecer su postura contraria a las tomas en línea con la percepción
general y otra muy distinta es la realidad del Gobierno en sí de cara a este
desafío brutal que debe afrontar y al que no le hacen mella declaraciones,
posturas, gestos, definiciones.
El Coronel no tiene quien le escriba
También fue veloz en
tomar los indicios como parte de su discurso. El pleno de los vecinos de la
toma frente a la primera avanzada política del Ejecutivo reconocieron el
accionar cómplice del Teniente Coronel Rodríguez Espada en la reubicación de la
toma y en el impulso a su crecimiento desmesurado, lo vociferaron por la
mayoría de las radios locales y hasta lo dijeron en vivo frente a las cámaras
del canal de televisión local. Pareciera ajustársele definitivamente la soga al
cuelo a este Coronel que desvió su rumbo y politizó sin sentido su paso por la
comarca. Hasta su contertulio, el concejal Bruno, tuvo que salir a defenderlo
del escarnio público al que se condenó sólo, reconociendo el hecho de que lo
conoce, comparte reuniones con sus camaradas de armas pero de ninguna manera
tuvo él ni aquel vínculo con el origen de la toma.
El Coronel parece haber
tomado nota del irremediable final que le espera. El ostracismo es en los
militares el final de sus carreras, la nada misma, pierden su condición de
“clase militar”. Buscó claramente limpiar su legajo público y ensayó una jugada
blanqueando una reunión con el Intendente municipal al término del acto por la
conmemoración de los caídos en Malvinas. No trascendió del encuentro en qué
consistió el planteo del Militar pero no es de extrañar que haya pedido al jefe
comunal que cesen las referencias en su contra en cuanto al rol del Regimiento
y su figura en el lamentable desenlace de las tomas, que es hoy el
establecimiento de un barrio.
“No me desenvaines sin razón, ni me envaines sin
honor”
Pese al gesto tibiamente
conciliador y componedor del Jefe del Regimiento y que en sus intervenciones
ante la prensa (siempre en estricto off) haya jurado y asegurado que nada tiene
que ver con la emergencia y desarrollo de las tomas, más que claros han quedado
los vínculos del Teniente Coronel con el veterano movilizado en el Continente
Alberto Bruno, y las razones políticas y de estirpe herida de militar de
caballería que conjuraron a la primera espada del Galo de Lavalle en su intento
de no entregar sin sangre porciones del capital simbólico que ostentan en pleno
corazón sanmartinense.
El Teniente Coronel
Rodríguez Espada fue agregado militar en la Embajada Argentina
en Chile. Y según parece a la luz de los hechos y sus trascendidos, este
Oficial de Caballería, de formas educadas y tradiciones conservadoras, habría
aprendido de sus años de agregaduría uno de los lemas que llevan sólo los
oficiales de la Marina
chilena inscriptos en los lados de su espada, símbolo del mando y de su
pertenencia a la oficialidad, que es en sí mismo un distingo de clase en la
sociedad vecina y lo es también para este oficial de alcurnia. “No me
desenvaines sin razón, ni me envaines sin honor” se remonta como lema a las
espadas coloniales que el Reino de España blandía con desigual vehemencia ante
indígenas y criollos, infantes almas descarriadas e hijos impuros de la
civilización. Pero lo cierto es que su juramento se hizo carne en el espíritu
de este Teniente de Caballería que encontraría las razones para desenvainar en
la tierra que el kirchnerismo le quitaría por igual a su Regimiento y al
mercado inmobiliario, y buscaría el honor en el daño a su adversario ideológico
de época.
Contraataque y off side
El concejal Bruno
retornó de sus minivacaciones en “La
Feliz ” herido por la ausencia mediática en días en los que se
logró colocarlo en el centro de la escena como responsable en las sombras de
las tomas en tierras de su amigo el Coronel de apellido compuesto. Ágil,
decidido, confiado como es, decidió velozmente recuperar el camino perdido y se
mostró en cuanto espacio mediático le fue ofrecido. Le endilgan sus adversarios
que es pagador de esos espacios (y por ende se lo endilgan implícitamente a los
medios de comunicación locales, aunque no lo digan). Lo cierto es que es un
personaje político de color (más allá de su naranja penetrante), interesante de
entrevistar, que mueve la taquilla. Ya fue dicho en la columna “Las
Políticas” que el mapa de
medios local es tributario de los escenarios comunicacionales simples, como en
sí lo es la comunicación de masas en tiempos posmodernos, y es por ello quizás
que, independientemente de si paga o no por los espacios en medios, es una
figura llamada a alimentar la gran cantidad de microemprendimientos
comunicacionales de la localidad.
En su pulular por los
diales y los centimetrajes virtuales aseguró no tener ninguna relación con la
organización de las tomas, pero aseguran algunos ediles que participaron de la
reunión entre el Intendente y el Deliberante en pleno, que ante el mismo
Fernández reconoció que “no puede controlar todo lo que hacen sus punteros”.
Pero con la violencia verborrágica que lo caracteriza fue más allá, denunció la
falta de política habitacional del Ejecutivo municipal, y derrapó y quedó
claramente en off side al sugerir que la continuidad de este escenario
conflictivo podrían devenir en que “se acorten los plazos para que esta gestión
se vaya” aún antes de 2015.
Cuando en la columna
anterior (“La
conspiración")se expuso la organicidad detrás del proceso de tomas, los
vínculos entre los actores, los motivos inmediatos y de largo plazo que
motorizaban su avanzada, y la relación que todo esto tenía con la frustración
de un negocio millonario para el financista del MPN local Daniel Vita y la
decisión de reconfirmar en la
Presidencia del Deliberante al concejal Obeid como primer
relevo institucional del Ejecutivo, se escuchó ridiculizar la hipótesis. A fin
de esta semana se confirma no sólo en la voz del más audaz de sus promotores
sino aún en la defensa que hizo el concejal Saloniti de su propuesta para
relocalizar la toma en tierras del Lote 27, justo cuando se confirma que tarde
e inconvenientemente el Regimiento solicita a la Justicia Federal
el inmediato desalojo de las tierras usurpadas. La arriesgada e ilegal
sugerencia del concejal emepenista, el apuro repentino del Regimiento por
desalojar lo que hoy parece imposible y la hipótesis de que el gobierno podría
no terminar, al simple entender de este escriba vienen a confirmar un
movimiento desestabilizador que se articula debajo de los sucesos recientes.
Las aguas bajan turbias
Lo que en un comienzo
fue una semanita de tregua terminó siendo movidita y promete más. El domingo
que se va comenzó con tomas publicitadas por radio en el B° Villa Paur que no
tuvieron mayor repercusión, o porque no fueron tales o porque se frustraron
antes de consolidarse.
Lo cierto es que el
panorama que se abre en San Martín más que difícil es turbio. La estirpe de los
actores en cuestión superan las máximas creatividades literarias e
intelectuales a que pueden llegar las sienes más afiebradas de la región.
Parece que la llegada al poder de un sector que aspira a la representación de
una centroizquierda con eje en el kirchnerismo impulsa a sus adversarios a
patear el tablero del sistema político interno y no respetar ni el más mínimo
marco de desempeño lógico y orgánico de la competencia electoral. Es cierto que
el peronismo reconoce la cohabitación de los escenarios políticos recién a
partir de su derrota a manos del alfonsinismo en las legislativas del 85 que
dieron impulso definitivo a la consolidación interna de la “renovación” en
dicho partido. No viene a cuento de nuestra comarca explicar las razones del
posterior fracaso y el triunfo definitivo del sector ortodoxo en manos del
riojano más famoso, pero sí es importante dejar reflejado el sintomático
despertar de una conflictividad política que está dispuesta a ir más allá de
los marcos mínimos de la institucionalidad si por concretar ambiciones de poder
se trata. Esta sola definición, que de seguro es producto de una meditada
decisión de varios actores, debe ser una luz de alarma y atención en el tablero
de control de la gestión de gobierno. De su capacidad para poder hacer carne en
la sociedad la gravedad institucional que fogonea la oposición política depende
en gran medida la continuidad más o menos saludable y con posibilidad de
trascendencia que le queda a este gobierno.
Como se dijo, la letanía
es parte de su marca y a ello no le reconoce virtud este escriba. No obstante,
sólo el gobierno sabe si alberga en su espíritu algo así como “la ira de los
calmos”.
Emilio R.
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