lunes, 8 de abril de 2013

¿Semanita de tregua?


La semana que se va fue productiva en innumerables aspectos. El Gobierno pareció despertar y acudió a la toma a relevar el estado de las familias que la ocupan. No descubrió nada nuevo puesto que no iba con expectativas de encontrar nada, si obtuvo algunas ganancias hoy coyunturales que se pueden consolidar en estructurales.

El apriete táctico

El Gobierno fue más rápido de reflejos que en la mayoría de sus intervenciones anteriores. Velozmente estructuró un discurso que explicara los sucesos, asignó responsabilidades y delineó una argumentación política lógica para sostener su postura frente a las tomas y la asignación de tierra y viviendas. Si bien no logró llevar hacia ese molino las aguas de la oposición política, a fin de la semana que se va vertebró una red de la que fue imposible que los actores de la oposición se desenreden. Una reunión extensa en el despacho del Intendente, pases de factura que se filtraron a la prensa y la inevitable expresión del pleno de los concejales acerca de que no comparten la metodología de la toma de tierras pero reconocen que ello es fruto de la falta de una política de Estado en tema de viviendas que trascienda a los gobiernos.

A pesar de este escenario corto donde el Gobierno parece bien posicionado, el Ejecutivo padece un mal endémico, estructural, que es su letanía a la hora de tomar las decisiones. Parece no comprender que no tiene frente suyo a una oposición estructurada detrás de un proyecto político compacto y uniforme (más bien abundan los microemprendimientos que pisan sobre los mismos universos electorales, pero este será objeto del análisis de la próxima semana). De este modo, parece avanzar esperando el acompañamiento conceptual de la oposición política, pese a que este escriba entiende que se recorta claro sobre el mapa político un quiebre donde los actores que adversan al actual gobierno están dispuestos a restarle cuanta legitimidad puedan y empujarlo, si es necesario, a abismos recurrentes que debiliten aún más la imagen del gobierno de cara a la ciudadanía, tal lo expuesto en la anterior columna “La conspiración”.

No obstante esta apreciación que hace al cuadro de largo plazo, la táctica semanal, vuelve a reconocerse, fue fructífera para el Gobierno que habiéndolo intentado la semana anterior a través de sus concejales, sólo consiguió el acompañamiento del pleno del cuerpo deliberativo cuando ofreció una reunión exclusiva con el jefe comunal, pero de la que salió fortalecido no como Gobierno sino como discurso de cara a la sociedad. Es de importancia esbozar esta diferenciación ya que una cosa es el discurso que debe sostener el Gobierno hacia afuera en la necesidad de fortalecer su postura contraria a las tomas en línea con la percepción general y otra muy distinta es la realidad del Gobierno en sí de cara a este desafío brutal que debe afrontar y al que no le hacen mella declaraciones, posturas, gestos, definiciones.

El Coronel no tiene quien le escriba

También fue veloz en tomar los indicios como parte de su discurso. El pleno de los vecinos de la toma frente a la primera avanzada política del Ejecutivo reconocieron el accionar cómplice del Teniente Coronel Rodríguez Espada en la reubicación de la toma y en el impulso a su crecimiento desmesurado, lo vociferaron por la mayoría de las radios locales y hasta lo dijeron en vivo frente a las cámaras del canal de televisión local. Pareciera ajustársele definitivamente la soga al cuelo a este Coronel que desvió su rumbo y politizó sin sentido su paso por la comarca. Hasta su contertulio, el concejal Bruno, tuvo que salir a defenderlo del escarnio público al que se condenó sólo, reconociendo el hecho de que lo conoce, comparte reuniones con sus camaradas de armas pero de ninguna manera tuvo él ni aquel vínculo con el origen de la toma.

El Coronel parece haber tomado nota del irremediable final que le espera. El ostracismo es en los militares el final de sus carreras, la nada misma, pierden su condición de “clase militar”. Buscó claramente limpiar su legajo público y ensayó una jugada blanqueando una reunión con el Intendente municipal al término del acto por la conmemoración de los caídos en Malvinas. No trascendió del encuentro en qué consistió el planteo del Militar pero no es de extrañar que haya pedido al jefe comunal que cesen las referencias en su contra en cuanto al rol del Regimiento y su figura en el lamentable desenlace de las tomas, que es hoy el establecimiento de un barrio.

“No me desenvaines sin razón, ni me envaines sin honor”

Pese al gesto tibiamente conciliador y componedor del Jefe del Regimiento y que en sus intervenciones ante la prensa (siempre en estricto off) haya jurado y asegurado que nada tiene que ver con la emergencia y desarrollo de las tomas, más que claros han quedado los vínculos del Teniente Coronel con el veterano movilizado en el Continente Alberto Bruno, y las razones políticas y de estirpe herida de militar de caballería que conjuraron a la primera espada del Galo de Lavalle en su intento de no entregar sin sangre porciones del capital simbólico que ostentan en pleno corazón sanmartinense.

El Teniente Coronel Rodríguez Espada fue agregado militar en la Embajada Argentina en Chile. Y según parece a la luz de los hechos y sus trascendidos, este Oficial de Caballería, de formas educadas y tradiciones conservadoras, habría aprendido de sus años de agregaduría uno de los lemas que llevan sólo los oficiales de la Marina chilena inscriptos en los lados de su espada, símbolo del mando y de su pertenencia a la oficialidad, que es en sí mismo un distingo de clase en la sociedad vecina y lo es también para este oficial de alcurnia. “No me desenvaines sin razón, ni me envaines sin honor” se remonta como lema a las espadas coloniales que el Reino de España blandía con desigual vehemencia ante indígenas y criollos, infantes almas descarriadas e hijos impuros de la civilización. Pero lo cierto es que su juramento se hizo carne en el espíritu de este Teniente de Caballería que encontraría las razones para desenvainar en la tierra que el kirchnerismo le quitaría por igual a su Regimiento y al mercado inmobiliario, y buscaría el honor en el daño a su adversario ideológico de época.

Contraataque y off side

El concejal Bruno retornó de sus minivacaciones en “La Feliz” herido por la ausencia mediática en días en los que se logró colocarlo en el centro de la escena como responsable en las sombras de las tomas en tierras de su amigo el Coronel de apellido compuesto. Ágil, decidido, confiado como es, decidió velozmente recuperar el camino perdido y se mostró en cuanto espacio mediático le fue ofrecido. Le endilgan sus adversarios que es pagador de esos espacios (y por ende se lo endilgan implícitamente a los medios de comunicación locales, aunque no lo digan). Lo cierto es que es un personaje político de color (más allá de su naranja penetrante), interesante de entrevistar, que mueve la taquilla. Ya fue dicho en la columna “Las Políticas” que el mapa de medios local es tributario de los escenarios comunicacionales simples, como en sí lo es la comunicación de masas en tiempos posmodernos, y es por ello quizás que, independientemente de si paga o no por los espacios en medios, es una figura llamada a alimentar la gran cantidad de microemprendimientos comunicacionales de la localidad.

En su pulular por los diales y los centimetrajes virtuales aseguró no tener ninguna relación con la organización de las tomas, pero aseguran algunos ediles que participaron de la reunión entre el Intendente y el Deliberante en pleno, que ante el mismo Fernández reconoció que “no puede controlar todo lo que hacen sus punteros”. Pero con la violencia verborrágica que lo caracteriza fue más allá, denunció la falta de política habitacional del Ejecutivo municipal, y derrapó y quedó claramente en off side al sugerir que la continuidad de este escenario conflictivo podrían devenir en que “se acorten los plazos para que esta gestión se vaya” aún antes de 2015.

Cuando en la columna anterior (La conspiración")se expuso la organicidad detrás del proceso de tomas, los vínculos entre los actores, los motivos inmediatos y de largo plazo que motorizaban su avanzada, y la relación que todo esto tenía con la frustración de un negocio millonario para el financista del MPN local Daniel Vita y la decisión de reconfirmar en la Presidencia del Deliberante al concejal Obeid como primer relevo institucional del Ejecutivo, se escuchó ridiculizar la hipótesis. A fin de esta semana se confirma no sólo en la voz del más audaz de sus promotores sino aún en la defensa que hizo el concejal Saloniti de su propuesta para relocalizar la toma en tierras del Lote 27, justo cuando se confirma que tarde e inconvenientemente el Regimiento solicita a la Justicia Federal el inmediato desalojo de las tierras usurpadas. La arriesgada e ilegal sugerencia del concejal emepenista, el apuro repentino del Regimiento por desalojar lo que hoy parece imposible y la hipótesis de que el gobierno podría no terminar, al simple entender de este escriba vienen a confirmar un movimiento desestabilizador que se articula debajo de los sucesos recientes.

Las aguas bajan turbias

Lo que en un comienzo fue una semanita de tregua terminó siendo movidita y promete más. El domingo que se va comenzó con tomas publicitadas por radio en el B° Villa Paur que no tuvieron mayor repercusión, o porque no fueron tales o porque se frustraron antes de consolidarse.

Lo cierto es que el panorama que se abre en San Martín más que difícil es turbio. La estirpe de los actores en cuestión superan las máximas creatividades literarias e intelectuales a que pueden llegar las sienes más afiebradas de la región. Parece que la llegada al poder de un sector que aspira a la representación de una centroizquierda con eje en el kirchnerismo impulsa a sus adversarios a patear el tablero del sistema político interno y no respetar ni el más mínimo marco de desempeño lógico y orgánico de la competencia electoral. Es cierto que el peronismo reconoce la cohabitación de los escenarios políticos recién a partir de su derrota a manos del alfonsinismo en las legislativas del 85 que dieron impulso definitivo a la consolidación interna de la “renovación” en dicho partido. No viene a cuento de nuestra comarca explicar las razones del posterior fracaso y el triunfo definitivo del sector ortodoxo en manos del riojano más famoso, pero sí es importante dejar reflejado el sintomático despertar de una conflictividad política que está dispuesta a ir más allá de los marcos mínimos de la institucionalidad si por concretar ambiciones de poder se trata. Esta sola definición, que de seguro es producto de una meditada decisión de varios actores, debe ser una luz de alarma y atención en el tablero de control de la gestión de gobierno. De su capacidad para poder hacer carne en la sociedad la gravedad institucional que fogonea la oposición política depende en gran medida la continuidad más o menos saludable y con posibilidad de trascendencia que le queda a este gobierno.

Como se dijo, la letanía es parte de su marca y a ello no le reconoce virtud este escriba. No obstante, sólo el gobierno sabe si alberga en su espíritu algo así como “la ira de los calmos”. 


Emilio R.

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