sábado, 20 de abril de 2013

Largaron


Hace unas semanas los que ayer se mostraron como caras de una irreconciliable moneda supieron generar la noticia de que en un futuro no muy lejano los azares de la política podrían volver a mostrarlos, pero juntos. Ambos casos son paradigmáticos: nacieron como sujetos públicos (léase no necesariamente políticos) como derivados de la política hecha durante décadas por el MPN, y pretenden emerger definitivamente como sujetos políticos con responsabilidad representativa tras la lectura de un inevitable final del mencionado partido provincial.

Las historias previas

Como gusta decir al empresario corralonero de la localidad, es un hombre que se hizo de abajo, que nació en la pobreza y que supo amasar una fortuna al calor de los buenos vínculos con el Estado y los favores fiscales que sabían otorgar los gobiernos emepenistas para que surgieran de la nada quienes estaban llamados a ser los actores económicos regionales que por dependencia originaria responderían culturalmente al MPN. Serían, en términos del peronismo primitivo, en el que se reconoce el MPN, parte de la burguesía nacional del pago chico, que aquí sería la burguesía del “Neuquén país, país”.

Cuando empezó a elucubrar su posibilidad de mostrarse en política lo hizo de la mano de su vínculo a una comunidad eclesial evangélica de la que aprendió unas formas, un anclaje popular y un discurso que supo conjugar con mayor sensibilidad social al self made man con la gracia divina que de los anglicanos para acá se encontraron para santificar el matrimonio del evangelio y el capitalismo en el mundo occidental. Hombre campechano y de formas sencillas, que como buen emergente de una derecha prolija pos noventismo, sale al ruedo con un discurso en torno al buen hacer, al concilio (no el Vaticano II, claro está), a la comunión, que es toda una crítica que desde el lugar común que habita buena parte de nuestra clase media se le hace al proceso kirchnerista, a quien se le adjudica ser cultor de escenarios binarios que explicitan en actores de peso relativo los conflictos en los que se juega la sociedad.

En este sentido es claro que el empresario tiene en sí mismo un muy buen hándicap de cara a una sociedad sanmartinense a la que no la conflictúan demandas extremas (salvo la vivienda que comprende a minorías intensas por la gravedad estructural del problema) sino que (como tuvo claro siempre el MPN) requiere que el buen pasar que se adjudica sólo a sí, se corresponda con un Estado que alumbre, limpie y barra allí por donde ella transita. Tal es así que en sus escasas y concisas intervenciones no ahonda de modo estructural en las raíces de los problemas colectivos locales sino en las formas en como desean amplios sectores que sean canalizados dichos problemas. No puede ser esta, claro está, la columna que verse sobre la dificultad irresoluble que hay para la conciliación de formas aceptadas extendidamente y la escenificación conflictual que demanda la explicitación real de los problemas colectivos si es que estos desean ser atacados, por la sencilla razón de que nadie desea ver afectados alegremente sus intereses, y el que no llora no mama.

El caso de la jovial Lucila (no es un desliz descalificador en estas líneas sino un atributo que contiene hasta un potencial político en la posmodernidad reinante) es diferente, y entiende este escriba que constituye un error originario en su “carrera” política. Aunque la derrota en un escenario coyuntural inmejorable (por lo sucesorio, no por la agresiva interna) la dejaba marcada malamente de cara al futuro, se adelanta en exceso en saltar de las filas a las que pertenece por transmisión filial. El MPN no está muerto aunque deambule mal herido y sin rumbo por toda la provincia. Fue dicho insistentemente en estas columnas: constituye la cultura misma de la provincia y eso es un más que rico capital originario.

El Partido Conservador

El derrotero de los dos aspirantes políticos en cuestión es muestra del tamaño de su ambición, ingrediente fundamental y lógica del quehacer y la disputa política, pero más aún de una lectura de época del pago chico y de los cambios generales que se están produciendo en la provincia. Cabe destacar que fue dicho en este espacio desde la columna “Cancha Rayada” que los armados de 2015 en la localidad vendrían como resultado del armado provincial que impondría orgánica a un conjunto de emergentes personalísimos de la política, como los aquí analizados.

Es indudable que por pertenencia ideológica y afinidad partidario cultural, ambos entendían que el espacio natural para lograr ser los actores políticos relevantes era el MPN. Es lógico también porque ambos parecieran tener una carencia originaria que es la formación intelectual e ideológica capaz de poner en crisis las razones de ser lo que es en este presente el referido partido (al menos nunca esbozaron una lectura sesuda y punzante sobre el cincuentenario partido). Cuando aquí en este espacio mencionamos al MPN como un partido “popular conservador” (columna “Las herramientas y la hegemonía”) entendíamos que tal era así puesto que era representante de una estructura que si bien supo contener en su seno las voluntades de concepción y formación institucional y política de la provincia con una notable voluntad progresista en comparación a otras experiencias provincianas, también hoy conserva el sitial sin esbozar ninguna línea donde se advierta una voluntad de revisión de sus conceptos fundantes y apela a lo sumo a la perpetuación en el ejercicio del poder ligado a la disposición de un volumen de recursos por habitante que lo ha obligado a trastocar su matriz de provincia energética por otra donde la lógica del empleo público absorbe la gran masa de recursos presupuestarios.

Ambos jugadores decidieron saltar el cerco y lo saltaron al sector que mejor expresa su visión política, que no es en función de un proyecto de reforma sino de uno de poder, que se resume en detentar el control de la herramienta y practicar con ella aquello que facilite la continuidad de modelos en la provincia. No es casualidad entonces que los dos se encuentren nuevamente en las filas del Intendente de la ciudad de Neuquén, quien pródigo en el manejo multimediático despliega un arsenal de lugares comunes que bien dicta el marketing político y se presenta como una opción moderna contra el estancamiento del MPN, pero que reproduce a pie juntillas los esquemas conservadores del otro, incluso con notables dosis de expresiones reaccionarias que emularían exclusivamente al sector sobischista del MPN.

Las derrotas de ambos les hizo pensar inmediatamente que su carrera política estaba destinada al fracaso de continuar dentro de las estructuras a las que pertenecían. Para Querejeta haber perdido la interna con Lucila Crexell, joven, linda y heredera política de Luz Sapag, significaba que iba a envejecer mirando pasar las chances de la Intendencia. Nunca más, poder en mano, quien fuera impugnada por el empresario le ofrecería acercarse a su sector para disputar el sillón de la torre del reloj. En el caso de Lucila, la derrota en su primera experiencia fruto de un mal gobierno del MPN que llevó a elecciones un partido excesivamente fragmentado en la localidad, la alejaría definitivamente de las chances internas, ya que seguramente todos querrían cobrarse las deudas originadas en una etapa de crisis.

En ambos casos, sus primeras derrotas en sus primeros intentos los catapultó fuera de sus estructuras tradicionales. Disímil es el origen y resultado de la reflexión que las motiva. Lucila perdió en la general y obtuvo la menor marca del MPN en San Martín desde el retorno de la democracia y consolidó con su voluntad de heredera natural una división irreconciliable en el seno de su partido, por lo que la decisión del salto no es del todo desacertada aunque sí de audacia extrema. En el caso del empresario local, su resolución es muestra de su relación con la política. Se acercó a estas andanzas de la mano del otrora todopoderoso Jorge Omar Sobisch cuando se perfilaba a disputarle al actual gobernador la jefatura máxima del partido provincial. Allí, en sus recorridas regionales, el procesado ex gobernador se reunía con Juan Carlos Querejeta a quien tentaba como la cara visible y lavada de su proyecto provincial. Fue entonces, en esos encuentros, en los que el hoy quiroguista se ilusionaba con ser algún día el heredero local del matrimonio cultural cementado en el tiempo entre el partido provincial y el poder económico local, concentrado en el sector turístico y en los derivados inmobiliarios de su exponencial crecimiento a principios del nuevo milenio. Participó una vez de las internas y fracasó. No se tomó tiempo alguno para analizar el contexto que dejaba esa interna y precipitó su decisión de alejarse del partido provincial antes de la resolución de la elección general. Entendió que sucedería aquello que expresamos más arriba con un triunfo de Crexell y que su final político estaría en la permanencia partidaria. Así fue que velozmente ensayó un discurso sobre lo avejentado y falto de esencia que se encontraría el MPN y dobló a la derecha.

Los cálculos del Pechi

Sin duda Quiroga aparece como el armador y armado más interesante de los últimos tiempos en la política neuquina. Suena raro pero le crece al partido provincial una oposición que se presenta decidida como futuro recambio de si mismo, por su derecha. También tuvo su pasado vistiendo distintas camisetas de acuerdo al tiempo histórico. Hasta supo conformar fórmula con el kirchnerismo y desempeñarse en Cancillería puesto en ese lugar por Julio Cobos.

Más tarde y más cerca, volvió silbando bajito y dio el golpe en Neuquén. Casi sin asumir ya toreaba a Sapag de cara a las provinciales de 2015. El escenario de Pechi es inmejorable pero también difícil. Juega virtualmente sólo, el MPN no tiene candidato de cara a 2015.

Lo cierto es que el MPN ha perdido todas las ciudades de importancia de la provincia (Neuquén, Plottier, San Martín, Cutral Có, Zapala, Centenario y otras) pero no hay hasta el momento quien capitalice esa capacidad dispersa de las oposiciones territoriales al poder provincial de dejar en evidencia las falencias del modelo emepenista para atender con solvencia a los problemas de cada localidad. Pechi está decidido a buscar ese capital que boya.

En San Martín tiene una ventaja y una debilidad en su estrategia. Es esta localidad más inclinada a derecha que a izquierda, donde siempre han triunfado con mayor holgura los proyectos más conservadores y nunca han hecho buen pie aquellos con voluntades reformistas. Por esto, y siendo que Quiroga orienta su línea de trabajo discursivo hacia esa franja, pensar en el tándem Querejeta-Crexell (independientemente de los cargos a los que aspiren) suena inteligente. El objetivo, ya que claramente va a disputar el electorado de centro derecha que detenta el partido provincial en conjunto con el naciente vecinalismo, parece ser partir definitivamente al MPN que en la localidad muestra una fragmentación muy fuerte. Llevarse la mejor cara que tenía el futuro del MPN (Querejeta) junto con la última que tuvo (Crexell) que además era heredera de Luz Sapag. No obstante, la jugada pareciera no conocer el territorio sobre el que opera. La joven Lucila (aún heredera de Luz) no era una figura querida ni bien vista al interior del partido, no le reconocían militancia quienes (dirigentes y punteros) trillaban barrios en campaña y luego de ellas y no tenía el acompañamiento de figuras con historia que incluso habían formado parte del núcleo de la fallecida Luz. Era más bien vista como advenediza (incluso impugnada por el mismo Querejeta) rodeada de un grupo de jóvenes venido de afuera que “desconocían San Martín”

Hipótesis sobre un escenario futuro

Visto así, la jugada del Pechi en ir consolidando un armado con estas características y estos actores nos marca algunas puntas. Primero una caracterización del electorado local y al que aspira conquistar. Lo dijimos más arriba, esta localidad tiene una tendencia más hacia lo conservador que hacia lo reformista y el armado que perfila Quiroga apunta claramente a consolidarse en ese espacio, siendo que carece de absoluta presencia en el territorio del lado de su cuna radical. Lógico sería no obstante, intentar crecer hacia la centroizquierda siendo que la derecha le es propia. En eso va la decisión de Querejeta en lugar de Bruno (que tiene ya un capital acumulado) quien representaría una consolidación a derecha que en la figura de Querejeta podría arroparse sin demasiado esfuerzo en un discurso hacia lo socialdemócrata, que sabemos, consuela las angustias de la clase media progresista que reniega de sí y se disputa en su fuero íntimo entre lo liberal y lo conservador.

Entiende Quiroga que debe quedarse con parte del MPN para romperlo definitivamente y ganar su electorado, y que tampoco Bruno sería la mejor carta de presentación. Pero adolece esta estrategia de comprender tres elementos que no serán convidados de piedra en la cena del Pechi. Por muy fragmentado y en crisis que esté el MPN nunca podrá aceptar su militancia, extendida y arraigada entre el territorio y el Estado, ser colectora de proyecto alguno. En esa misma línea, una fracción del peronismo más conservador y en proceso de diferenciación creciente respecto del kirchnerismo hegemonizante, será sin duda parte de la oferta electoral y en ningún caso aceptará tampoco ser colectora de Quiroga. Si podrá serlo de quien, a su vez, puede ser colectora de cualquiera de los otros tres (sea MPN, Quiroga o PJ conservador), y es el vecinalismo del señor Bruno. Sólo le quedará a Quiroga de la mano de Querejete, entonces, la posibilidad de sumar al concejal Bruno, porque los tres responden a una lógica política similar propia de esta etapa de la política que es la construcción de representatividad política a partir de la construcción de una figura pública fuerte que sustituye la existencia del proyecto, las ideas, la estructura de alianzas. Se repite entonces, Pechi tiene en su lógica su fortaleza y su debilidad: disputa con un candidato moderado la representación de una derecha consolidada culturalmente que no se dejará morir.

Frente a este cónclave de cardenales en la Curía, se encuentra el Acuerdo Político. Su perspectiva debe de ser tranquilizadora en tanto se confirme y consolide el escenario antes descripto, ya que quedaría prácticamente sólo representando a la minoritaria franja de centroizquierda de la localidad. Si se confirma Querejeta disputándole su electorado al MPN y la crisis de sucesión kirchnerista profundiza el flujo centrípeto de Obeid y Bruno por diferenciarse del peronismo en fase k, sólo restaría que se consolide el sector de Fernández dentro del PJ para garantizar una llegada con chances de cara a 2015. Quizás la única luz de alarma del Acuerdo Político de aquí en más sería buscar limar las asperezas que se han explicitado en este último tiempo con algunos sectores del escindido Libres del Sur. Seguramente, aunque se desconozca la magnitud de ese desmembramiento, será más difícil para el Acuerdo sostener su desgaste de gestión si a la disputa ideológica que le ofrece una derecha dura pero fragmentada, le suma torpemente un sector por izquierda que no encuentra dificultad a la hora de señalarle flancos débiles a este gobierno, y encuentra oxígeno mediático para hacerlo con margen para capitalizar los lógicos descontentos que conlleva el gobernar. 


Emilio R.

1 comentario:

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