Las recientes elecciones
dispararon una serie muy extensa de declaraciones, reflexiones apuradas,
algunas mediatizadas y seguramente que muchas más no, donde cada actor, de los principales
y los de reparto, expusieron sus razones para interpretar el por qué de que los
resultados salieron como salieron y fueron y no fueron tan buenos y tan malos,
tan en sintonía con la realidad que leemos y deseamos y tan lejos de lo que lo
otros vieron, sintieron y votaron. Como es regla opinar con la crónica del
lunes ya escrita, este escriba lo hace en lo sucesivo y lo publica al filo del
jueves por temor a volver a equivocarse y, de paso, se retrotrae al pasado para
no pasar desapercibido con uno mismo y ensaya un mea culpa.
Al decir esto, debe reconocer inmediatamente
este cronista que así como hipotetizó de más al conocer la información del
eventual salto de Lucila Crexell a las trincheras de Pechi Quiroga (véase
para ello la columna Largaron),
también fueron destemplados sus análisis a la hora de abocarse a vislumbrar los
resultados de la interna del MPN y sus consecuencias. Es por ello que se
considera desde esta página hacer un primer reconocimiento al Concejal Saloniti
con quien se
polemizó (off de record) sobre las lecturas que en las columnas se hacían, y entiende este escriba que la caballerosidad exige la pública mención del error de cálculo y, en sentido inverso, la valoración del temple y la sagacidad en el análisis del edil emepenista.
polemizó (off de record) sobre las lecturas que en las columnas se hacían, y entiende este escriba que la caballerosidad exige la pública mención del error de cálculo y, en sentido inverso, la valoración del temple y la sagacidad en el análisis del edil emepenista.
Entonces, en sucesivas columnas de
esta página errante, se dijo con claridad que se entendía imposible vislumbrar
la derrota de la Lista A
del MPN encabezada por el binomio Pechén-Bertoya patrocinados por la escudería
familiar de la provincia. Las razones nunca fueron de orden estadístico alguno,
ni tan sólo por basarse en un conocimiento profundo del entramado de cuadros
medios del MPN y sus extensiones punteriles en el territorio (vaya esto sin
carga peyorativa alguna). Apenas cruzó este escriba charlas informales con
funcionarios o referentes del partido provincial y estos, y jura que así fue
aunque no deja uno de ser un folio permeable, coincidían con este humilde
escribiente en que era imposible esa derrota, en un análisis que, se repite, se
basaba más en conceptos de orden cultural que de “aparato”. En esta línea, y a
pesar de la contundente evidencia de la tierra arrasada que dejó el andar del
rocinante Pereyra por el territorio partidario del MPN, continúa este escriba
con una parte sustancial de su análisis. Queda en suspenso aquí indagar por qué
territorio partidario y no provincial.
Antikirchnerismo o moyanismo con buena prensa
En la íntimamente vilipendiada
columna Rocinantes
este escriba no solamente sostuvo por primera vez que el triunfo de Pereyra era
un imposible deseo trasnochado sino que su figura representaba una imagen del
ejercicio de lo político propiamente más vinculado al pasado reciente de los
argentinos en que el poder sindical negoció tramo a tramo el desapoderamiento
patrimonial del Estado a la par del desapoderamiento material de los derechos
sociales y económicos que costaron décadas de luchas, dictaduras, proscripciones
y desaparecidos.
Claro que desde los tabloides del
lunes hasta la cadena provincial y local de medios nos presentaron al rocinante
Pereyra como un esbelto rubio de ojos claros que venía montado en su rocín sin
par a salvar a la provincia para, (sic), ponerla de pie. En ancas paseo a la
jovial Lucila cual trofeo, al tiempo que aquí y allá inscribieron alianzas y
candidaturas probándose bandas, bancas y sillones. Vuelve a este escriba,
entonces, la preocupación que emerge de la paradoja sin par de pensar que
efectivamente (es decir, ideológicamente conciente) el electorado provincial ha
decidido sustituir un supuesto modelo de federalismo de concertación por el
vandorismo remixado del muy rocinante y moyanista Guillermo Pereyra que, para
más, fue agasajado en conferencia de prensa junto a su navegante por parte del
mismo Hugo Moyano.
Sostiene este cronista, a priori,
que tal como dijera en la columna Rocinantes,
Pereyra no da con el fisic du rol del candidateable provincial, pero no ya
en términos estéticos o de marketing político sino en tanto que no conjuga con
la sofisticación de las demandas de segunda generación que supo instalar como
cultura de época el kirchnerismo y que requieren ante su sucesión, relevos que
sepan interpretar el corrimiento de eje cultural. En esa línea de dificultad
que evidencia la denominada “vieja política” es posible que se hallen exceptuados
Crexell y Saloniti, tanto por su pertenencia generacional como porque su
cultura política se nutre en la práctica desde un movimiento que sabe que los
proyectos se construyen sobre la base de la conducción de las demandas
heterogéneas emergentes en una sociedad. Claro que esto último vale también
para Pereyra pero también es válido reconocer que el sindicalismo peronista ha
sido siempre más rústico a la hora de interpretar los cambios epocales de
agenda. Viene esto a cuenta de que, a pesar de reconocer viejos errores de
lectura sobre el resultado de las elecciones, se sostendrá desde este espacio,
al menos por ahora, que es Pereyra el peor candidato a Gobernador por el MPN,
más allá de que los relevamientos mercadotécnicos preelectorales hayan
caracterizado correctamente el tono discursivo antikirchnerista que debía
adoptar en la campaña en virtud de explotar ese electorado sin oferta
competitiva. Para cerrar el concepto: es inteligente entender cuál es el tono
con que conducir las demandas boyantes en un contexto electoral y eso lo hizo
satisfactoriamente Pereyra, no obstante se entiende desde este espacio de
reflexión que no será ese sector interno del MPN ni esa conducción particular
quienes sepan trasformar en políticas públicas las respuestas que estas
demandas expresan. Diferente puede ser el escenario local para ese sector.
40 no es 60 o no todo lo que brilla es oro
San Martín es una comarca chúcara
y rebelde. Se dieron aquí los resultados más disímiles en relación a los
promedios provinciales. Antes de adentrarnos en la sustancial y evidente
diferencia respecto a los números generales del MPN, hay que remarcar que
también aquí se registró la mayor marca provincial del Frente de Izquierda y
los Trabajadores (denominación que en su nexo coordinante “y” supone el fallido
de reconocer que la “izquierda” es una entelequia ajena a los trabajadores y que
esta vez decidieron hacer un frente. Bueno, bienvenido sea el sinceramiento y
que la alianza sea duradera). El FIT, decíamos, obtuvo aquí el 8% de votos
frente al 6,5% provincial, lo que implica casi un 25% más que en el conjunto de
la Provincia. Ante
tamaño despliegue que desconcierta al más mentado, uno, que no lo es, se
pregunta: ¿serán los docentes detrás de Patricia Jure que recuperan su sitial
maltrecho de vanguardia esclarecida que impulsa localmente el salto de los
números? No obstante, la hegemonía local de un sector “kirchnerista” en el
sindicato hace varios mandatos hace descreer que sea por allí donde camine la
explicación. Ante la ausencia de certezas, vuelve uno sobre la duda filosófica
y piensa, ¿será entonces que el clasismo retoma viejos puestos de lucha entre
la vanguardia obrera de la construcción? No obstante esta encomiable
posibilidad, los quince escuálidos votos que hicieron vibrar la muy disputada
interna de UOCRA a nivel local y la ratificación al frente del mismo sindicato de
Guillermo Olarán como delegado del tándem Gerardo Martínez-Víctor Carcar,
otrora entregadores y matarifes clandestinos de esa raleada vanguardia, hace
descreer nuevamente que sea por allí de donde venga la explicación. Quizás sean
entonces los comerciantes cansados de la extorsiva AFIP, toda vez que se sabe
que esta esclarecedora izquierda se ha reconfigurado como un vibrante
movimiento que recoge acalorados adherentes desde la Rural de Palermo a los
pasillos acartelados (sin “u”) de todas las Universidades nacionales. Pero lo
cierto es que estuvo a escasos pasos de ganarle su lugar al propio Frente para la Victoria.
Otro batacazo local fue el de
Nuevo Compromiso Neuquino. Importa mencionar acá que ayudó en sus guarismos la
presencia local de una competidora directa, la Diputada Nacional
por el radicalismo Linda Yagüe y que no es este un dato menor al expresar una
hipótesis que será ensayada en profundidad más adelante. Decíamos entonces, en el
segundo lugar en la general de partidos o frentes, a nivel local, se halló el
conglomerado panradical que, aún reconociendo en el centenario partido la
exclusiva procedencia de sus cuadros elegibles, prefirió la vergonzante
negación de esa procedencia y concurrir a las urnas con denominación
marketinera y localista en lugar de la clásica, y otrora gloriosa, Lista 3. Lo
cierto es, decíamos, que en nuestro San Martín esquivo y difícil de escrutar,
NCN obtuvo su mejor marca a nivel provincial bordeando el 17% de las
preferencias. Dichos números y su distribución interna dejan retazos por
cortar. Sin dudas, Juan Carlos Querejeta, quien se presentara como anfitrión de
la visita de Pechi Quiroga y su delfín cordobés Marcelo Inaudi, se apresuró en
presentarse como el futuro precandidato a Intendente por NCN y puede en esta
línea capitalizar y advertir cuestiones a partir del resultado. Sin dudas, ante
un electorado selecto y con pretenciones de clase media crítica, la figura de
Querejeta es francamente convocante tanto como lo es la del propio Quiroga y el
haber superado en un 50% las marcas promedio de la provincia resalta como un
capital silente a ser disputado por ese espacio y este candidato. No obstante,
en el terreno interno la lista del delfín quiroguista perdió claramente frente
a la que llevaba entre sus sobresalientes a la local Linda Yagüe. Hay aquí más
que un reconocimiento a una tarea que fue corta y sin visibles resultados sino
que parece premiarse una conducta y un discurso que no se ha perdido en
oportunismos sino que ha sabido expresar con corrección y respeto destacables a
una fracción de entre los boinas blancas que milita, con fervor y sin
imposturas, un visceral antiperonismo. Sin dudas, este componente (y número)
que es similar al obtenido en las elecciones a Intendente del 26 de septiembre
de 2010 luego del fallecimiento de Luz Sapag, expresa a un núcleo duro local
que exigirá ser tenido en cuenta a la hora de conformar el armado panradical
que llevará, tal parece, a Quiroga por la provincia y a Querejeta por la
localidad.
Repasados ya los singulares
desempeños de estos contendientes (cuartos y segundos respectivamente) y
aclarando que la nítida homogeneidad en el número del Frente para la Victoria exime de forzar
una lectura localista, urge pasar a desmenuzar lo que deja la disparidad del
60% provincial al 40% local de la interna emepenista. No hay dudas aquí que la
distancia, única y visible en la provincia, debe convocar a la mesura de los
ganadores, pues la fiebre turba la vista a más de destemplar los espíritus.
Pero el resultado no es definitivo, no es el que asigna bancas y urge a todos
salir a capitalizar, conceptualizando el propio desempeño en la clave de alguna
evidente lectura general, y el MPN de Pereyra la tiene.
Quizás por eso se haya visto tan
decidido al edil Saloniti salir a cobrar rápidamente el resultado del domingo
buscando ponerle conceptos que hegemonicen las lecturas del comicio. Casi como
si fuera una reproducción local de operaciones foráneas, la interpretación fue
unidireccional, pero descarta este escriba que al interior de la facción de
Pereyra no dejarán de tomar nota del flojo desempeño local, en vistas del
contexto provincial, claro está. Como se dice, no tardó Saloniti en adjudicar
el triunfo a una crítica a la soberbia de Cristina Fernández, a cierta
insatisfacción general para con el gobierno nacional. Es claro que esta lectura
es la que estructuró la campaña de Pereyra pero nunca Saloniti salió tan fervoroso
a corporizar el sujeto del discurso y en esta tarea tuvo un gran apoyo de
vastos sectores de la comunicación.
Vale un párrafo aparte el hecho de
que es sabido que los medios de comunicación tienen una tendencia a instalar
las agendas de las extendidas clases medias y, sobretodo, aquellas que
coinciden estructuralmente con factores de poder en cada comarca. En ese
sentido, también es claro que los contratos de lectura, en las actuales
coyunturas de crisis ideológicas, enfatizan mucho más en las formas que en los
fondos. En esa línea, no es casual que el portal noticioso lavozdelosandes.com haya,
de seguro involuntariamente, seriado las reflexiones de Saloniti con sendos
editoriales que tomando las partes por el todo hicieron, de imágenes
descontextualizadas, análisis de estructura a partir de apelaciones de
encendida indignación por las formas.
Pero detrás de la desesperación
por salir a cobrar rápido, como se dijo, debe haber una reflexión más
detallada. Como reza el título del apartado, 40 no es 60 y la distancia, máxime
cuando en el territorio en déficit juega de local una de las caras visibles de
la lista, no puede menos que convocar al debate. Como no se observa a simple vista
un emergente decisivo con que apuntarle a la coyuntura, prefiere este escriba
aventurar una primera lectura estructural, de permanencia. Parece quedar en
claro con estos números, y a la luz de compararlos con la serie histórica
reciente (a excepción de la descollante elección de Luz Sapag en 2007), que el
MPN tiene en la localidad tanto un piso como un techo igual de definidos. Aún
en sus peores crisis no ha bajado del 30% (sea “Cuco” Cuevas contra Carro en
2003 o Lucila Crexell contra Fernández en el 2011), del mismo modo que este 41%
obtenido será seguramente un techo difícil de perforar de acá a octubre, y de
acá a 2015, en tanto el escenario a derecha conserve la fragmentación que
evidencia. Fue dicho, San Martín no es una ciudad fácil, donde el voto está
plagado de singularidades que la destacan sobre el contexto regional y
provincial, donde además, todo parece indicar, la alternancia en el poder será
la regla, en virtud de una sociedad profundamente demandante, con una
infraestructura de servicios de altísimo costo en un contexto estructural de
recursos que la tornan crónicamente deficitaria hasta tanto se revise la Ley 2148 de Coparticipación
provincial por la que la localidad cordillerana percibe varios millones menos
de los que le corresponde por sus características sociodemográficas.
Una hipótesis que puede explicar la rareza de los números
Antes de arremeter, y para
terminar, con una interpretación liviana pero atendible, hay que expresar que
pese a los datos salientes de San Martín y su disimilitud frente al conjunto
provincial, la elección tuvo patrones comunes muy marcados, donde se ratifica
una primacía relativamente cómoda del MPN, un desempeño mediocre del peronismo (FPV) que emparejó un 12,5 en todos
los distritos de la provincia y lo muestran siempre alejado de ser alternativa
de poder, expresando, a su vez, el clima antikirchnerista que campea fuerte y
que, seguramente, dificultará un repunte de acá a octubre incluso en las
localidades donde los apellidos de los jefes distritales nutren las listas en primeros
planos, tales Centenario con el propio Javier Bertoldi (15%) y Cutral Co con Teresa Rioseco (14,5%).
El dato saliente, y vamos al meollo,
es en sí mismo el valor y el sentido de estas PASO. Si dudas, los electores
fueron analistas y jueces más exquisitos que los armadores de las listas. De
las doce competentes sólo seis formaron parte de tres internas diferentes y,
casualmente o no, se llevaron el mayor caudal de votos. Uno dirá que es
inevitable puesto que son los tres grandes sectores que hacen política en la
provincia con mayor capacidad competitiva: uno por estructura, otro por contar
con el candidato opositor más instalado y el tercero por ser la fuerza del gobierno nacional. Pero lo llamativo de estas internas y su inusual capacidad
de convocatoria está en los distritos donde se pudo observar un mayor estímulo
a la participación internista debido a la presencia en las listas de candidatos
de dichas localidades. Los casos sobresalientes son San Martín y Villa la Angostura. Veamos.
Se sostiene, entonces, que la
magnitud del caudal que participó en las listas con internas se debe justamente
a ese distingo. El sorpresivo 60% provincial del MPN se debe a que se montó en
torno a esa disputa una gran contienda que atrajo la voluntad de ser parte
definitoria de parte de los electores. En esa línea se encuentra Villa la Angostura. Si se
analizan los resultados del Jardín de la Patagonia , el Frente para la Victoria duplicó las
marcas del conjunto de la
Provincia. Osciló el 20% en el tramo a Diputados donde había
interna entre Nanci Parrilli y Alejandro Calderón. Al interior de ese 20% los
votos se repartieron en exactas mitades resaltando un dato singular que
sustenta la idea que se expone en la hipótesis. El promedio provincial del FPV,
fue dicho, se detuvo en un homogéneo 12% que se distribuyó en un 10% para el
sector de Parrilli y un 2% para Calderón. El punto es que la interna en VLA no
implicó una merma del porcentaje de Nanci Parrilli en territorio de Calderón
sino que la presencia de una interna competitiva convocó a los votantes (como
pasó en el MPN) a dirimir en su interior traccionando una importante masa del
electorado elevando ese 12 al 20% final.
San Martín de los Andes
experimentó una situación similar al interior de Nuevo Compromiso Neuquino.
Como fue dicho, la presencia de Linda Yagüe en la localidad propició un impulso
notable a la interna de NCN duplicando en la localidad los números
provinciales. En igual sentido que con el FPV de Villa la Angostura , el sector de
Inaudi cosechó en la localidad el mismo porcentaje sobre el total que su
promedio provincial, pero lo que evidentemente despegó el número final en la
localidad fue la presencia de una competidora taquillera que supo elevar su
piso y llevarlo hasta un sorprendente 17%.
Dos pequeñas conclusiones
Como se sabe, el FPV fue quien a
nivel nacional impulsó la Ley
que creó las famosas PASO. Pero también se sabe que la experiencia fallida y
traumante del voto “no positivo” de Cobos presipitó que los armados del Frente para la Victoria estuviesen cada vez más intervenidos por la voluntad excluyente de la Presidente. Así es
que el FPV es la estructura electoral que menos a recurrido al sistema de PASO
para la elección de sus candidatos y, a la luz de lo advertido en Villa y San
Martín, hay en la falta de competitividad de su lista algunos de los puntos que
perdió el FPV. Pero no es sólo ese número que pudo haber sido otro sino el
hecho de que la interna permite no sólo la previa instalación del candidato
ganador sino la de su propio discurso. Si se recuerda, algo de esto fue dicho
en la columna De
apuestas, fichas y apostadores cuando se hizo una breve referencia al
modo como el MPN, a través de las internas, había movilizado su partido durante
cincuenta años, fabricando sus propias renovaciones y líneas internas
reformistas que tenían la capacidad, que hoy evidencia Pereyra, de mostrar un
discurso opositor que absorbía para sí lo que debía ser el rol opositor.
De esa lógica se desprende la
interpretación de octubre como otra elección. Si bien el voto a Pereyra es
antikirchnerismo y eso no cambiará de acá a la elección general máxime luego de
una instalación tan competitiva, la ausencia de “interna partidaria” volverá
aún más selecto el voto y, se insiste, no da el Pereyra de Hugo Moyano el tipo
de “cambio con continuidad” que requiere la renovación del eje cultural
inaugurado por el kirchnerismo. Quedará por ver cuántos de estos puntos que
quedan flotando pueden ser apropiados por otras fuerza y cuáles de ellas
llegarán al palacio neoclásico que custodia el km 0 de la patria.
Emilio R.
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