“Unicamente aquellos que aceptan el orden burgués como un
orden natural, sagrado, que no solamente no puede ponerse en tela de juicio
sino que está por encima de todo juicio, no tienen vergüenza de aquellos años
en que objetivamente fuimos la punta de lanza de nuestra oligarquía
terrateniente, los grupos de choque –físicos e intelectuales-, de los socios
del Jockey Club” (Ismael Viñas, Revista Ficción, N° 15, octubre-noviembre de
1958)
La tarde noche del lunes pasado se gravó la emisión semanal del programa televisivo La Otra Cara. Dicho espacio oficia de promotor de operaciones donde la derecha procesista local, con fuertes vínculos en sectores de inteligencia paraestatal y legajos manchados en su relación presupuestaria con el Estado procura ordenar a piaccere el escenario político local. El armado, como todo en la política de derechas local, quedó en manos del comisionista de UOCRA Guillermo Olarán, pero la presentación y conducción periodística trasuntó en las del joven José Mozzoni, conocido recaudador mediático en sus múltiples versiones y soportes desde que llegó a la localidad. Claro es, el uno y el otro se encontraron en las puntas de un mismo negocio.
Hace ya semanas (en el transcurso de las campañas
electorales) desde este espacio se redactó una columna llamada Un
topo por la tangente donde
se exponía la reflexión acerca de la necesidad que tienen las derechas en
configurar emergentes a centroizquierda que procuren debilitar los procesos
políticos que pretenden, y a veces consiguen, construir armados estables sobre
ese andarivel del espectro ideológico. Allí se reflexionaba acerca de dos
ejemplos medianamente palpables y recientes. Uno mostró el triunfo de dicho
objetivo, cual había sido la construcción de una cierta unidad de
“centroizquierda” porteña entre Carrió y Pino Solanas que concluyó con la
salida del Senado Nacional del prestigioso sociólogo, investigador del CONICET
y ex Ministro de Educación Daniel Filmus. En ese compuesto, a la derecha
consolidada se le opondría un armado de centroizquierda “republicana” que sobre
el auspicio mediático buscaría la representación de una agenda progresista ante
la conservadora del macrismo.
Para ese entonces ya se habían vislumbrado dos pequeñas
imágenes que daban cuenta del armado que pretenderían vertebrar la derecha
procesista local y sus peones electorales en el MPN junto a sectores de
izquierda desencantados con el Acuerdo Político, tales como el unipersonal liberal
del Sur, Daniel Tórtora. Primero había sido en este mismo espacio de opinión
donde el librero que resguardara el sello político que comparte con Victoria
Donda y Alfonso Prat Gay, manifestara sus descontentos con el Acuerdo Político
al tiempo que explicitaba su beneplácito con la figura de Salvador Vellido y
sembraba expectativas en torno a un armado futuro de cara a 2015 (véase Entrevista a Daniel Tórtora…).
Conocida es la capacidad para sostener una presencia folklórica que tiene el
librero Tórtora, tanto como su incapacidad para traducirla en algo parecido a
una construcción política con visos de validación electoral, a más de la
cercanía (que el dirigente reafirma sin tapujos) que mantiene con el armador
del MPN en cuanto a objetivos tácticos en torno al desgaste del actual gobierno
municipal, todo lo que no lo hacen, necesariamente, un aliado expectable para
ningún candidato con ambiciones.
Pero al son de esas declaraciones se conoció la operación
política que se analizaba en la columna citada al comienzo de la presente. En
el portal de operaciones del comisionista de UOCRA Guillermo Olarán (donde
pretende mostrar su otra cara) se daba cuenta del armado que “preparaba” la
candidatura de Salvador Vellido sobre el soporte de un conglomerado de
organizaciones sociales y políticas y el trabajo de gestión política de dos
áreas centrales para cualquier gobierno, tales Juntas Vecinales y el Instituto
de Viviendas.