jueves, 22 de agosto de 2013

Un topo por la tangente

Como se dijera en esta página en diversas columnas, la crisis de las grandes ideologías que conlleva la entronización de la cultura posmoderna implica una cierta dificultad a la hora de referenciar los procesos políticos. Hoy las ideologías sobreviven tan sólo en los reflejos alegóricos de la caverna de Platón, aunque los teóricos se resisten a dejar en el camino para siempre aquellos conceptos con los que creyeron que se hacía la política. Mejor suerte tuvieron los populismos en ese sentido, ya que hicieron primero política, y en el hacer fueron leyendo lo que otros teorizaban sobre ellos. Ante esta realidad innegable, derechas e izquierdas son en función de la relación que adopten entre sí gobiernos y oposiciones, sus discursos, agendas, impugnaciones, combates. Así es que este último tramo de nuestra historia nos halla en una encrucijada de repolitización pero con herramientas conceptuales pobres. El país, la provincia, la localidad, no escapan a esta lógica que se expresa, entre otras formas, en la culposa transmutación de los antaño rígidos conceptos con que las ciencias sociales y la política partidaria encontraban placer teórico y retórico. La política posmoderna ya no nos habla de historia sino de escenarios y coyunturas, no hay proyectos políticos sino agendas, no hay clases sociales sino segmentos y sectores, no hay pueblo sino gente y ciudadanía, no hay izquierdas ni derechas sino centroizquierdas y centroderechas, y en esta línea, la misma política no es canalización de la confrontación sino diálogo y consenso con una noción de orden donde nunca termina de quedar en claro cuáles son los intereses que deben sentir placidez por los consensos logrados en la mesa de la política.

En este peculiar cruce del tiempo y el espacio en nuestra sociedad asistimos al desempeño histórico de un proyecto político que retoma los viejos conceptos con que los populismos latinoamericanos desafiaron a los teóricos irritando de igual modo a las oligarquías liberal conservadoras y a los combativos clasistas de claustros universitarios: a los primeros les perturbaba el orden y sus intereses y a los segundos el futuro y sus ideas; y en el medio de los dos, el pueblo que votaba mal. Hoy, como decíamos, presenciamos el desarrollo de un populismo moderno que es, como antaño, denostado de igual modo en las plateas de la lateralidad ideológica.

Ya fue dicho en esta página en la columna Salpicón, que las izquierdas son intelectualmente más honestas que las derechas y, como se sabe, populismos hay de derechas y de izquierdas. Cuando en la Argentina reciente un gobernador patilludo y emponchado prometió revolución productiva y
salariazo para después entregar la economía, y el Estado, al mercado, asistimos al primer ejercicio de populismo de derechas de nuestra historia reciente como nación. Luego de sucedido lo por todos conocido, sobrevino un nuevo proceso de populismo a izquierdas que, como tal, se denomina con un “ismo” sobre la base del apellido de sus líderes. Es uno a derechas y el otro a izquierdas en tanto hacen propia la agenda de un tiempo histórico que se desplaza en cada uno de esos sentidos y tienen la capacidad de enmarcarlos dentro de una discursividad nacional-popular que les permite la constitución de un bloque social heterogéneo que le da una extendida legitimidad y sustentabilidad histórica.

Pero decíamos, las izquierdas son más honestas. Cuando el menemismo tomó la agenda liberal conservadora del neoliberalismo pos crisis del orden bipolar, la derecha se diluyó íntegramente al interior de ese peronismo y escondió su emocionalidad “gorila” y discriminadora en aras de los intereses supremos de un nuevo proyecto cultural que los tendría digitando el armado de poder de ese orden por detrás de bambalinas. Y así fue que las oposiciones al peronismo menemista surgieron a izquierda, otra vez de la mano del propio peronismo dando origen al Frente Grande y al Frepaso. Incluso la Alianza de De la Rúa, Elisa Carrió, Patricia Bullrich, Domingo Cavallo, Chacho Álvarez y Fernández Meijide se presentó a la sociedad como una centroizquierda moderna que venía a ponerle el rostro humano al neoliberalismo descarnado que en nada discutían. Pasó un helicóptero, seis presidentes, el bañero de Lomas, Kosteki y Santillán, y finalmente un 25 de mayo donde se nos decía que el Presidente no dejaría sus ideas “en la puerta de entrada de la Casa Rosada”. Alarma, ¿cómo que ideas si el orden neoliberal tiene un manual de acción aséptico, de aplicación técnica, en el que la política oficia de legitimadora periódica?

Distinta es la suerte de este tiempo. Si bien el kirchnerismo incorporó dentro de su bloque social a sectores de la izquierda y el indescifrable progresismo, la mentada honestidad intelectual y el “exceso” de purismo de estos ha hecho que con el andar del carro, y el desbordante verticalismo decisor de Cristina Fernández, haya resurgido un nuevo espacio de centroizquierda, pero esta vez con un importante impulso de sectores de la derecha. En esta línea es de resaltar lo exultantes que se muestran los comunicadores del primer plano nacional al presentar al espacio UNEN, que emerge como un conglomerado de personalismos políticos con exceso discursivo y déficit práctico. La extraña alianza entre Elisa Carrió, Pino Solanas, Gil Lavedra, Lusteau, Illia (h), Prat Gay y la “insolente” Victoria Donda es una amalgama que sólo puede ser ofrecida a un electorado cuya relación con la política es en tanto telespectadores consumidores de “soft power”. Sólo así se entiende el 35% mancomunado de esa fuerza que es presentada a la par de la derecha macrista, como la centroizquierda que viene a poner ideología y programa social allí donde el kirchnerismo puso impostura, conveniencia instrumental y demagogia.

Para finalizar este tramo de panorama nacional y de época necesario para comprender nuestra lectura comarcal, digamos que la interpretación del poder económico de derechas (verdadero adversario político del kirchnerismo) es que ese “ismo” tiene una sólida construcción tanto dentro del peronismo como hacia algunos sectores de la centroizquierda y su dispersión en organizaciones sociales, a lo que se le enfrenta una derecha que no puede decir que lo es ante la tibieza, aún, de la sangre derramada en 2001 y sus por qué. Entonces, la síntesis interesada (mas no la estrictamente real) sería que: el kirchnerismo está en retirada, pero para terminar de consolidar su crisis, asegurar que su relevo sea a derecha y que se desarme su bloque social de cara a 2019 (aunque suene a siglos), es imperioso que dicho bloque que armó y contuvo durante este extenso periodo se disuelva en la mayor cantidad de recipientes posibles. Así surge Massa, por un lado, con la capacidad de volver a diluir los intereses de la derecha dentro de una típica construcción peronista (como con el menemismo, ya decíamos). Pero la estrategia de cercar al kirchnerismo por derecha e izquierda y quitarle del imaginario su pretendida representación de izquierda nacional-popular implica necesariamente fortalecer un armado que se invista de “centroizquierda moderna”, y allí surge UNEN en la Ciudad de Buenos Aires y el Frente Amplio Progresista a escala nacional. El crecimiento de ese espacio servirá de recipiente que sepa colectar los desencantados progresistas del kirchnerismo, esos sectores sociales que simpatizan con la tibieza del “soft power” progresista necesitan la existencia de una centroizquierda, y esta centroizquierda es la herramienta que necesita la derecha para debilitar estructuralmente al kirchnerismo.

“La izquierda pura”, fantasía troyana de la derecha sanmartinense

Esta semana que se fue, el portal de operaciones informativas de la derecha local que conduce ideológicamente el comisionista de UOCRA Guillermo Olarán, publicó dos nuevas operaciones de prensa en la línea conceptual de lo expresado más arriba en la relación “actores de poder-armados de centroizquierda” que apuntan a licuar el bloque social que conduce el kirchnerismo. La primera de ellas se centraba en la concejala de Surco, Emilia Otharán, sobre su eventual deserción del Acuerdo Político producto de lo que sería un “futuro poco alentador” del gobierno, por disconformidades en su interior y un supuesto disgusto con un “desprendimiento de un sector de izquierda” dentro del gabinete que, en lugar de convocarla a ella, habría optado por referenciarse en Daniel Tórtora, otrora desafiante interno de Otharán. Justamente la segunda operación iba más allá, pero en esa línea y sobre los fantasmas que se agitaban detrás de las no palabras de la concejala de Surco. La nota que instalaba una interna en ciernes dentro del gobierno planteaba un tablero político, ubicaba fichas a las que colocaba nombre y apellido y ejecutaba una movida con varios objetivos interesantes, inteligentes. Las fichas de lo que se presentaba como un armado de “izquierda pura”, que desde el seno del oficialismo desafiaría el espíritu del armado “Acuerdo Político”, se presentaba encabezado por el ex Intendente del Parque Nacional Lanín, candidato a Intendente por UNE en 2007 y hoy Secretario de Turismo, Salvador Vellido, y secundado por Rodríguez y Freistav, Director del flamante Instituto de Vivienda municipal y Subsecretario de Juntas Vecinales, respectivamente. La crónica sostenía que el espíritu del armado era trascender el conservadurismo del tándem Fernández/Carnaghi, ubicando en un tercer lugar, incómodo, al Movimiento Evita, al que presentaba crítico en términos equivalentes tanto del supuesto armado de “izquierda pura” como del Secretario de Gobierno de Fernández. Vale recordar aquí la Entrevista a Daniel Tortora…, donde este dejó entrever la existencia de conversaciones con sectores dentro del gobierno y las organizaciones sociales y políticas que alguna vez acompañaron al Acuerdo Político, al tiempo que vertió consideraciones benévolas hacia el mencionado Movimiento Evita, todo lo que parece configurar un enredo entre operaciones, residuos de diferencias existentes y fantasías de marginados del armado de gobierno, constituyendo el caldo esencial sobre el que la derecha local pretende cocinar su triunfo político sobre el actual gobierno. Hasta aquí la crónica de una serie de operaciones que tienen un claro paralelo con el modelo que reseñamos arriba en la escala nacional. Veamos.

Sin dudas, la derecha es más fuerte en la localidad en relación a la coalición gobernante que lo que es a nivel nacional en relación al kirchnerismo (de hecho ya fue dicho en esta página en la columna Largaron, que San Martín tiene una tendencia a consolidar proyectos a derecha depositando masivamente su voto y no así con proyectos a izquierda, o centroizquierda, a quienes acompaña con mucha más mesura). Como analizáramos en la columna precedente PASO y quiero, nuestra localidad tiene peculiaridades que la muestran diferente a la media provincial y también a la nacional. Hay, insistimos, una tendencia consolidada a votar a derecha, tanto como un núcleo duro (menor que aquel) que elije votar mayoritariamente progresismo/centroizquierda. Por lo que resulta claro que las derechas locales tienen más chances en tanto evidencian mayores capacidades para construir mayorías nítidas en relación a las izquierdas/centroizquierdas.

Vale, entonces, para analizar esta característica y vincularla con el proyecto de la derecha dura local y nacional de constituir un armado que apunte a roer el bloque social gobernante por izquierda (o centroizquierda), que analicemos los resultados de las últimas elecciones. Allí veremos con claridad (siempre en el contexto local) que la suma de votos de los partidos o armados con agendas a derecha han cosechado mayor caudal que aquellos con agendas a izquierda (aún siendo que el periodo 2003-2013 evidencia estructuralmente una hegemonía centroizquierdista en la definición de su agenda, todo un dato a considerar) y, a su vez, que entre los armados a izquierda, en esta última elección, se ha plasmado una tendencia a elegir proyectos alternativos al kirchnerismo que pretende hegemonizar y conducir la representación hacia ese espectro ideológico (véase para ello las interpretaciones vertidas sobre las recientes elecciones en la columna PASO y quiero). Es importante observar a su vez que 
incluso cuando han ido divididos en la derecha, la suma de la representatividad de su espectro ha superado al centroizquierda, y que estos han disminuido notablemente su desempeño (aún sumados) cuando han ido separados. En esta línea se construye la intención de sectores de la derecha local de dar impulso a hipotéticos armados de “izquierda pura”.

Elecciones a Intendente periodo 2003-2007
Partido
% Partido
Espectro ideológico predominante
% Frente
% Espectro ideológico
PJ
s/d
Centroizquierda
56
56
ARI
s/d
PAVESA
s/d
UCR
s/d
MPN
s/d
Centroderecha
33
43
Opción Federal
s/d
Participar
10
Centroderecha
10


Elecciones a Intendente periodo 2007-2011
Partido
% Partido
Espectro ideológico predominante
% Frente
% Espectro ideológico
MPN
36
Centroderecha*
62
62
Opción Federal
9
Apertura Popular
4
Servicio y Comunidad
13
UNE
8
Centroizquierda
14
22
Alternativa Neuquina
6
Concertación (PJ-UCR)
8
Centroizquierda**
8
*Importa aclarar que Luz Sapag no representaba a la derecha de su 
partido pero si lo representaba el conjunto de armado.
**En igual término, el sector del PJ que componía el armado no era el 
más orientado al centroizquierda pero sí lo era el conjunto del armado.

Elecciones a Intendente finalización mandato 2010-2011
Partido
% Partido
Espectro ideológico predominante
% Frente
% Espectro ideológico
PJ
20
Centroizquierda
10
34
Libres del Sur
14
Centroizquierda
14
MPN
52
Centroderecha
52
61
UCR
9
Centroderecha
9


Elecciones a Intendente periodo 2011-2015
Partido
% Partido
Espectro ideológico predominante
% Frente
% Espectro ideológico
PJ
14
Centroizquierda
36
43
Libres del Sur
8
UNE
8
Frente Grande
6
UCR
7
Centroizquierda*
7
MPN
15
Centroderecha
30,5
51,5
Unión Popular
5
MID
6,5
Nuevo Neuquén
4
PVSS
21
Centroderecha
21
*Vale aclarar también aquí que el sector de la UCR local que impulsaba a 
Koessler no era "centroizquierdista", no obstante acompañaban la candidatura
provincial de "Farizano-Parrilli" que buscaba esa representación.

Pongamos el ejemplo vernáculo en el marco conceptual del análisis nacional. Para terminar con el kirchnerismo y este armado denominado Acuerdo Político, no sólo basta con su debilitamiento. En vista de que la derecha avanza en una inevitable fragmentación (Querejeta-Bruno-Crexell o Saloniti), precisa este conglomerado informe que al Acuerdo Político le surjan divisiones por los mismos carriles de su representación. Incluso al analizar otro escenario, cual podría ser que la fórmula del MPN reedite el binomio Crexell-Saloniti y ante la dispersión por derecha decidan inclinar al centro su propuesta electoral, requerirán más aún la desaparición del Acuerdo Político, sobretodo del PJ kirchnerista que sirve como columna vertebral de ese armado, razón que puede estar detrás del estrechamiento de vínculos con Julio Obeid, quien ya recibió el apoyo explícito de Saloniti en el voto por la presidencia del Deliberante por ser aquel, según palabras en sesión del edil emepenista, “el más cercano al MPN”.

Para concluir, no sabe uno, y no puede saber, qué terminarán haciendo estos actores, cómo evalúan el gobierno, su armado y la continuidad del mismo. Lo que sí sabe este escriba es qué piensa sobre estos experimentos políticos. A la luz de los resultados electorales comparados de las centroizquierdas y las centroderechas locales, queda en evidencia esto de que es más sencillo para las derechas que para las izquierdas el acceso al poder local, por lo que los armados a centroizquierda (sea el actual o aquel que se formó para el gobierno de Carro en 2003) encuentran como precondición indispensable de una unidad casi total de sus integrantes y a su vez cierta fragmentación en los sectores de centroderecha. El escenario actual muestra esa fragmentación a derecha por lo que, a su vez, precisan los operadores de ese espacio trabajar en consolidar diferencias al interior del dispositivo oficialista y han comenzado, recién, sus primeras jugadas. Hoy el panorama muestra que a las derechas les queda sólo está movida a la luz de la profundidad de las diferencias propias y el origen que determina algunas candidaturas junto a su irreductible oposición, tal como mencionáramos en la columna Cancha Rayada, esto es, que tanto Querejeta como el candidato del MPN serán los delfines locales de respectivas candidaturas provinciales de Pechi Quiroga y, eventualmente, el rocinante Pereyra, todo lo que inhibe aun más cualquier intento de unificación programática ante las elecciones.

Ante este cuadro, a quienes se reconocen en la centroizquierda o parte del denominado proyecto nacional y popular no les queda más que armarse de lima y ungüentos hidratantes para pulir asperezas y recomponer los tejidos dañados en aras de su propia supervivencia.


Emilio R.


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