jueves, 16 de mayo de 2013

La Agenda

Foto: Mario Ptasik/Desdeelsur noticias

El jueves pasado, horas antes de que el nuevo presidente venezolano Nicolás Maduro llegara a Brasilia como tercera escala de su gira por el Mercosur, el diario O`Globo (principal ariete del multimedios más poderoso del Brasil), saludaba su llegada con una recomendación política a la administración petista y una advertencia al sentido común extendido de los sectores medios. El editorial central del medio brasilero pretendía poner en boca de la Presidente de Brasil  las líneas argumentales que escenifiquen la confrontación entre supuestos modelos políticos, sociales y económicos atravesando el continente. Citó palabras de Dilma Roussef al momento de su asunción cuando habría dicho que prefería “o barullo da imprensa livre ao silencio das ditaduras”, para graficar que su oyente (Maduro) avanzaba en un proceso dictatorial que se reflejaba en el negativo del Brasil a quien veía como “uma democracia forte, em que a imprensa exerce seu papel de vigilancia”. Si, escribió vigilancia. Es que este es el sustantivo punitivo con que algunos medios de prensa entienden que cumplen su función social en las apolíticas y ahistóricas sociedades posmodernas.

Es claro que el periodismo es primo hermano de la política, vale recordar que el primer medio de prensa que se imprimió en la América revolucionada de 1810 fue “La Gaceta de Buenos Aires”, pergeñada por el brillante secretario de la Primera Junta, el jacobino Mariano Moreno, quien también había traducido y prologado la primera edición castellana de la célebre obra “El contrato social” del también célebre filósofo ginebrino Jean Jacques Rousseau. Pero entre el periodismo y sobre los medios hay quienes no sólo disputan el imaginario social sino que, sobretodo, hacen política. En el plano continental hay quienes entienden su rol como eslabón en la lucha simbólica por detener el avance en clave popular que recorre la región latinoamericana. Y en el plano local, tal como expusiéramos en la columna “La co-operación”, algunos son vehículos de pequeñas intrigas políticas, otros pretenden intimidar a actores ocasionales y los menos, aunque los hay, son portavoces de intereses económicos que se hayan fuertemente contrariados ideológicamente con la cultura de época. Véamos.

El apriete mediático

El martes pasado tuvo su cenit la más bizarra y perversa desnudez del subsistema político-mediático local. En el programa “Dos tipos incómodos”, conducido por un jóven y ambicioso periodista roquence con legajo, junto a un jubilado comisario devenido en sindicalista con prontuario, tuvo lugar una apretada inaudita en etapas secuenciadas. Relatemos su origen.