Las internas marcaron la cancha. Los de
Primera, por la hegemonía, los otros por colectoras: escenarios e hipótesis. La
provincial y la local y la lógica de sus armados. La interna del PJ y un
anticipo de poskirchnerismo a destiempo.
A finales del mes que está comenzando se estarán conmemorando los ciento noventa y cinco años de la batalla de Cancha Rayada, donde el Ejercito de los Andes al mando del General San Martín fuera sorprendido por las tropas realistas en las afueras de la ciudad de Talca (hoy Chile) y como consecuencia recibiera una dura derrota, que implicó exultantes presunciones de victoria final de parte de los realistas, motivó la migración hacia Mendoza de muchos patriotas de Santiago, pero que a la larga no significaría más que un tropezón de importancia que obligó al ejercito independentista a ajustar su estrategia para siete meses más tarde declarar triunfal
San
Martín es una cancha chica, donde todos los jugadores se conocen y, como
corresponde al juego político, tratan de llegar al pitazo inicial con el dibujo
táctico cerrado, conociendo el del adversario, para ver si ser protagonista o “jugar
de contra”.
En
política los clubes son varios pero, como se sostuviera en este blog en la
columna “Las
herramientas y la hegemonía”, armar equipos para pelear el
campeonato implica una construcción amplia que no habilita espacio más que para
dos contendientes con chances, las más de las veces. Así fue dicho en la
ocasión pasada y, vislumbra este escriba, los contendientes con chances
certeras serán, al promediar los mandatos cual torneo futbolero, el MPN y el
Acuerdo Político (si a la razón no la sorprende la historia), aunque tres sean
los competidores.
Claro
está que hay clubes menores, en formación, y aún incluso alguno que teniendo
dilatada historia en Primera, se ha ido al descenso y hoy sobrevive luchando
por la permanencia. Lo cierto es que de acá a 2015, los clubes que son aún
chicos o se han achicado, tienen por delante un tiempo donde sólo aspiran a
crecer. No obstante, puede darse que los armados de acá a dos años deparen a
las estructuras pequeñas, que a la última elección fueron por sí mismos, ser
colectoras de proyectos que las engloben. Se estima desde esta columna que hay
diversas chances para cada estructura local y que los armados definitivos
decantarán más por el peso de sus organizadores provinciales que por el
derrotero que acontezca en el territorio. Nuevamente considera este escriba que
tanto a nivel local como provincial el escenario ira hacia una inevitable
partición en tres: el Quiroguismo que se llevará al radicalismo y a lo que
exprese el PRO en expansión nacional, y que seguramente buscará fichar a Juan
Carlos Querejeta como su imagen síntesis; el MPN que de persistir Sapag en su
conducción hegemónica convergerá a la unificación de los sectores, menos los
cerriles simpatizantes de lo que significó el sobischismo que acompañarán sin
bandera a Quiroga, y que sumará como colectora principal al desgastado emergente
del vecinalismo Alberto Bruno, llevarán en la localidad la candidatura de
Saloniti, si es que gana su interna; y por último el Acuerdo Político, que como
ningún otro deberá ganar todas las internas, aún las que no se disputen electoralmente,
pero que en definitiva depende de sí mismo.
Cancha de Veteranos
Quien
conozca sabrá que las divisiones de veteranos concentran como ninguna al barro
mismo donde perecen los otrora grandes jugadores, enmarañados en las
dificultades del campo de juego, de los adversarios y hasta de los que debieran
oficiar de neutrales veedores.
A
diferencia de lo dicho para los hoy opositores al Acuerdo Político en cuanto a
que sus estrategias descenderán de los armados provinciales de los dos grandes
contendientes, en la localidad el armado de gobierno, aún navegando constantes
dificultades, ha construido en dirección inversa y a fuerza de existir con
obstinación, surgió contra las recomendaciones exógenas, ganó y gobierna
mostrando un rumbo de construcción posible para el eje centroizquierdista, que
no tendrá para la contienda 2015 más que elegir entre los propios.
En 2011
el Acuerdo Político compuso una singularidad sin paralelo, singularidad que se
refuerza en la paradoja de haberse reconfirmado luego de haber resuelto la
misma paradoja de su singularidad. Veamos y desandemos el trabalenguas. El
denominado Acuerdo se armó siendo eje el kirchnerismo, concentrando en su
entorno la participación (léase participación, no “el apoyo”) de Libres del Sur
que, escindido del proyecto kirchnerista tuvo candidatos a Gobernador y
Presidente propios; y UNE que convergió en la candidatura provincial de
Farizano-Parrilli pero llevó a Presidente al lejano competidor del Frente Amplio
Progresista, el socialista Hermes Binner. Esto constituye un ensayo que
pareciera soportarlo sólo la lejanía ultramontana de la localidad cordillerana.
Pero lo interesante es que la paradoja, como fue dicho, se reconfirmó en el
modo en como se resolvió. A menos de un año, cada una de las patas que componen
este Acuerdo se ha fracturado en dos, sin vislumbrarse evidencias de desgaste
entre los sujetos políticos principales, concentrando quienes quedaron dentro
del armado, no sólo el control de los cargos (menos la situación del concejal
Obeid) sino el caudal de representación de cada estructura. Veamos nuevamente. Libres
del Sur venía posponiendo una interna en sordina entre la concejal Otharán y el
militante social, periodista y librero Daniel Tórtora, que se resolvió con la
partida del grueso de los integrantes del partido hacia una agrupación
novedosa, aunque con dificilísimas posibilidades de supervivencia como tal
(debido a la epocal dificultad de las microorganizaciones de centroizquierda
nacional populares de crecer por fuera de la hegemonía kirchnerista), a no ser
que la definitiva resolución de la paradoja termine por incorporar la facción a
alguna estructura inorgánica de las tantas que operan en torno al mismo kirchnerismo.
El UNE también atravesó a fines de año la escenificación de lo que era en
sordinas una interna entre la pata política y la sindical dentro del pretendido
partido provincial. Segundo Andrade se jugó a fin de año a romper el Acuerdo
Político a través de la fractura de UNE y eligió una fuerte confrontación de la
que no salió indemne como dirigente, toda vez que sus dirigidos dejaron partes
del salario en el campo de batalla. No obstante, el UNE político a nivel local
se mostró claramente dentro del Gobierno y el reacomodamiento de fichas a nivel
provincial con el cierre de acuerdos entre Mariano Mansilla y Carlos
Quintriqueo parecen haber sentenciado la disputa dejando en el campo a los
jugadores dinámicos, expresando por entero una comprensión del escenario
estratégico a largo plazo que no coincide con la Unidad Popular y
pareciera entender el camino de la construcción política provincial por el lado
del fortalecimiento del vínculo con el kirchnerismo, para lo que el ejemplo del
Acuerdo Político se torna como excluyente cadena de transmisión de sentidos y
objetivos políticos.
Esto
nos permite sostener que, a diferencia de sus contendientes, el Acuerdo
Político depende de sí mismo. Pero fue dicho, en los campos de barro, todos los
actores se mueven para componer el tablero de su adversario, y aún más si este
definirá su armado internamente y no por decantación provincial.
El Cabaret
Los dos
grandes equipos que se disputan la hegemonía local, tienen el vestuario
dividido de cara a este año donde promediará el campeonato y verán si el uno se
presta a revalidar título o el otro va por el batacazo y desbanca a quien hoy
es dueño de la pelota.
Tanto
el MPN como el kirchnerismo disputarán internas para definir autoridades de
vital importancia de cara a los armados de 2015. Esta claro que para el MPN son
cruciales porque no tiene exponente de renombre y predicamento, y la única
figura visible y con chances (Saloniti), carece de dichos atributos. Si
perdiera el actual Presidente de la Seccional
Lacar y no fuese esa derrota producto de la voluntad
manifiesta del Gobernador nada frenaría el desbande de la base popular
emepenista a las manos del vecinalismo, en tanto que las bases de clase media
migrarían mayormente al quiroguismo. Sólo resta entonces que la presencia
reiterada del Gobernador en el territorio termine por ordenar el tablero
interno y delinee listas de unidad que muestren un MPN cohesionado de cara a
2015 siendo, en ese caso, capaces de hacerse a su vez del apoyo del sector de
Bruno.
El
Acuerdo Político la tiene más fácil y complicada a su vez. Como dijimos, las
internas ya se blanquearon y quedaron favorablemente decididas para quienes
juegan dentro del armado oficial. Pero lo aquejan dos grandísimos problemas.
Tanto Otharán como Ambrogi no podrán repetir concejalías por otro periodo lo
que dificulta el potencial de sus espacios, que por sus dimensiones, dependen
grandemente de los liderazgos individuales que irradian sus dirigentes excluyentes.
Pero hay otro gran eje y es el más grave: la interna del PJ.
Kirchnerismo y poskirchnerismo
La
formalidad habla de que la interna es dentro del PJ, pero no es casual que así
se exprese y no como una interna dentro del kirchnerismo. Hay en la
diferenciación una interpretación que entiende que hay actores dentro del
peronismo local que no comprenden a cabalidad el escenario nacional de armado y
candidaturas y adelantan su apuesta de poskirchnerismo, lo que los hace jugar
fuera de este y sólo en el PJ.
Pero
como se dijo, el PJ es la herramienta formal, y el kirchnerismo dentro del
Acuerdo Político comprenderá, seguro, como lo entiende su variada oposición
interna y externa, que sin PJ no habrá más Acuerdo Político. Todos se relamen y
alardean como si jugar a internas fuese un proceso de desgaste psicológico del
adversario como lo puede ser una general. Obeid desplegó veloz un arsenal retórico
de baja densidad que le puede jugar en contra. Juró y perjuró apoyar al
gobierno pero minutos después de ser confirmado internamente por la plenaria de
concejales salió a la palestra mediática a agitar lugares comunes sobre la
interna peronista, erigiéndose en lugar de gran elector-benefactor, desafiando
públicamente a su otrora "nockeador" el Secretario Carnaghi. Lo cierto es que la
suficiencia de Obeid se nutre en la decisión de sectores del MPN y del propio
Alberto Bruno de jugar fuertemente en la interna peronista. Este último para
quitar la mirada sobre esta hipótesis arrojó el desafío-sentencia de que en
2015 le ganará al Acuerdo, unido.
Lo
cierto es que todos los opositores guardan una buena porción de su esperanza en
la fractura del Acuerdo Político y entienden que la instancia definitiva será
con la derrota kirchnerista en el PJ. En ese ajedrez, Obeid es el Caballo de Ulises
que esconde en su interior a los estrategas aqueos que anhelan una Troya crédula
que deje entrar ajenos mansamente sobre su territorio.
La
disputa será fuerte y decisiva, pero más allá de eso la mueve la interpretación
errónea de una fracción del PJ que, aunque ortodoxo no menos pragmático,
entiende que el kirchnerismo llega a su fin y su sucesión se resolverá desde la
suma que resulte de la informe confederación de gobernadores peronistas. Y aquí
tallan las fantasías de operadores mediáticos varios.
El
lugar común de los que sueñan incansablemente con equilibrios republicanos y
demandan ejecutivos débiles (que Alberdi no pensó), gustan decir que el gobierno
nacional, más si este es PJ, es producto de la suma de voluntades de la Liga de Gobernadores
peronistas (la amplísima mayoría) y que entonces es la confederación la que
hace a la Nación. Esta
hipótesis choca violentamente con la historia. Lo cierto es que el federalismo
fue la fórmula unitaria para derrotar a la Confederación , por
lo que su constitución estuvo siempre signada por el sometimiento central de
las provincias. No es casual que recién Menem haya sido el primer Presidente
que fuera antes Gobernador, y tampoco es casual que todos los aspirantes a
dicha elección iban a confirmar la excepción histórica. Ello nos habla de la
crisis terminal del sistema de partidos tradicional ante la derrota del Estado
a manos del mercado. Por eso, no es tampoco casual que cuando mayor relieve
cobró esta lógica confederal haya sido en los primeros días de 2002, justo
cuando desaparecía el Estado aplastado por la hegemonía del mercado. ¿Cuándo
comenzó a invertirse la ecuación? Con el kirchnerismo y de la mano del fortalecimiento
del Estado condicionando el desarrollo del mercado y ajustando el aparato
institucional de control político, financiero y territorial del centro a la
periferia. Es por ello que se sostiene desde aquí que por más que no haya
re-reelección, la sucesión se resolverá en la
Casa Rosada (lo sabe Scioli y también
Urtubey, que no dan ni darán el salto), por lo que el elegido de la Presidenta no
desentonará en lo más mínimo con el kirchnerismo.
Así las
cosas, sostiene este escriba que apostar todo a poskirchnerismo es producto de
no entender la transformación cultural pos 2001 y menos aún la lógica de
construcción de poder del presidencialismo en manos del peronismo. Hoy, aún
para los tildados de pragmáticos ortodoxos del PJ, apostar a kirchnerismo es apostar
a ganador, por mucho que se empañe el Oráculo de Délos y lleve al naufragio del
más mentado.
Emilio R.
se parte todo, me la juego, apuesto. este acuerdo cada uno tira para su lado. a fin de año mueren y en 2015 no los comemos cruditos a todos estos tiernitos
ResponderEliminarEs interesante y comparto que la continuidad institucional surgirá desde el interior del peronismo kirchnerista (no tengo tan claro que la elección presidencial vaya a ser tan concordante con el más rancio kirchnerismo... no vaya a ser que sea Scioli y.... a comer sapos muchachos!). Lo que es necesario analizar es cómo será el armado provincial si las necesidades llevaran a la búsqueda de un acuerdo electoral entre el MPN y el kirchnerismo parrillista de cara a 2015 donde ambos se encuentren necesitados de los votos recíprocos ante el crecimiento ajeno.... ahí están todas las dudas
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