Se acerca el cierre de esta primera etapa de la
campaña legislativa y al calor de la vehemencia, las descalificaciones,
impugnaciones y escraches se nos presenta la necesidad de trazar una primera
lectura sobre las puestas que se realizan, las fichas en juego y los
apostadores que otean la baraja, con el rabillo del ojo escrutan a sus
adversarios y con medias sonrisas buscan seducir al crupier. Quizás como nunca,
desde las interpretaciones sobre el kirchnerismo como proceso cultural estructural,
el abordaje tiene una necesaria mirada que corta verticalmente los escenarios
políticos en los distintos planos territoriales.
Como es la lógica política que ordena las
candidaturas en las elecciones de medio término, son los ejecutivos en sus primeras
etapas quienes son capaces de definir con verticalidad instrumental la
integridad de sus componentes. Si aún se encuentran armando los bloques de
poder que sostienen y se sostienen desde sus armados políticos, son capaces de
incorporar nuevos actores en esas definiciones. La medida en que se manifiesta
la potencia definitoria de los ejecutivos o la apertura que muestran en el afán
de cerrar listas que contengan sectores diversos es muestra de la fortaleza o
debilidad de los procesos políticos encarnados y conducidos por los respectivos
ejecutivos. La lógica indica que en etapas de crecimiento económico, los
procesos tienden a la relativa paz social, al equilibrio político, por lo que
los ejecutivos tienen mayores chances de imponer sus voluntades en los armados
de listas electorales y que si se dan los casos de incorporaciones de actores
políticos por fuera de los bloques que lo llevaron al poder esto se da por la
expansión de sus bases de sustentación y no porque se encuentren obligados a
negociar espacios ante futuros contendientes en el seno de los armados propios.
Pero suelen darse, también, dinámicas de apertura hacia otros sectores que no
expresan al riñón de la conducción cuando los ejecutivos atraviesan escenarios
adversos o se encuentran promediando mandato sin chances de renovar, en lo que
vulgarmente se conoce, y reconoce su origen en la política norteamericana, como
el “pato rengo”.
Es sabido, entonces, que en los procesos de bonanza
los ejecutivos tienden a renovar sus votos de confianza en los electorados,
pero no es común que se dé ello cuando los mismos carecen de posibilidad de
reelegir. Este límite natural de los procesos desata, como se sabe, las
centrífugas fuerzas que pulsan por dirimir las internas de sucesión. Lo cierto
es que el escenario actual da cuenta de excepciones que hacen a la regla y
contextualiza la potencia de las experiencias de la última década y la
productividad política del peronismo kirchnerista. Pero de esto hablaremos más
adelante.
En cualquier caso, ante cada escenario electoral
podemos observar apuestas, apostadores y simples fichas que colorean el tablero
sobre el que otros depositan sus expectativas y, estos, su pellejo. Veamos
De fichas
y apostadores
Las hegemonías consolidadas al interior de los distintos
armados generan la particularidad de que
muestran a sus conducciones definiendo el juego de todos los actores. Generalmente, como fuera dicho en otros términos, cuando surgen nuevos actores a la política electoral en las grandes disputas suele ser ante la crisis de reproducción de un proyecto, pero cuando lo hacen en el marco de esos proyectos es porque las conducciones se encuentran nítidamente hegemonizadas. Tal es el claro caso del MPN a nivel provincial conducido por Sapag que muestra la emergencia como candidatos nacionales tanto a la Vicegobernadora Ana Pechén como al Ministro de Desarrollo Territorial Leandro Bertoya. Sapag apuesta en estas dos fichas a su continuidad, a su rol de gran elector de cara a 2015, donde el escenario parece mostrarle que no habrán chances rereeleccionistas y merced a su potencia política personal actual opta por reasegurar el perfil emepenista, consagrando en sus herederos a actores políticos bien expectados y con potencia electoral pero carentes de estructuras propias, ni intensivas ni extensivas, que los convierta a futuro en potenciales desafiantes de una hegemonía partidaria que Jorge Augusto espera controlar como buen Sapag.
muestran a sus conducciones definiendo el juego de todos los actores. Generalmente, como fuera dicho en otros términos, cuando surgen nuevos actores a la política electoral en las grandes disputas suele ser ante la crisis de reproducción de un proyecto, pero cuando lo hacen en el marco de esos proyectos es porque las conducciones se encuentran nítidamente hegemonizadas. Tal es el claro caso del MPN a nivel provincial conducido por Sapag que muestra la emergencia como candidatos nacionales tanto a la Vicegobernadora Ana Pechén como al Ministro de Desarrollo Territorial Leandro Bertoya. Sapag apuesta en estas dos fichas a su continuidad, a su rol de gran elector de cara a 2015, donde el escenario parece mostrarle que no habrán chances rereeleccionistas y merced a su potencia política personal actual opta por reasegurar el perfil emepenista, consagrando en sus herederos a actores políticos bien expectados y con potencia electoral pero carentes de estructuras propias, ni intensivas ni extensivas, que los convierta a futuro en potenciales desafiantes de una hegemonía partidaria que Jorge Augusto espera controlar como buen Sapag.
Las razones que se guardan detrás de la elección de
los contendientes por la escudería gubernamental de la familia Sapag (menos la
incómoda sobrina Lucila) son, además de la seguridad de retener la continuidad
de la hegemonía en sus manos, las características que le aportan al proyecto de
continuidad de Sapag (que no es personal). Ana Pechén es una figura que, como
se sabe, proviene del ámbito académico y, si bien como se ha repetido hasta el
hartazgo desde estas líneas responde al dominio cultural absoluto del MPN sobre
la provincia, al no tener un dilatada trayectoria en el partido y al no haber
conducido procesos locales en otras oportunidades, carece de estructuras que le
respondan al interior del partido, no tiene “territorio” más que la simbólica
pertenencia a un lugar que se destaca en los placeres snob del discurso de la
clase media, tal es su “profesionalidad”. Pero contrabalanceando se presenta
como su número dos un actor que sí ha tenido en sus manos la conducción de
distrito, lo que le da, valga la utilización en el juego de palabras del título
de su cartera, un “desarrollo territorial” único entre los elegibles por el
Gobernador. Pareciera advertir Sapag que su omnipresencia en sus seis años de
gobierno opacaron al pleno de los actores de su gabinete y que frente a un
contendiente político decidido, por fuera, como Quiroga, y uno con cuantiosos
fondos, por dentro, como Pereyra, lo obligan a explicitar su opción sucesoria
con dos años de anticipación y en un contexto de necesaria revalidación
electoral.
En este sentido, una característica hermana a los
procesos nacionales y provinciales, e incluso a la construcción del
kirchnerismo en la provincia. Tanto la Presidenta como el propio Gobernador
adolecen del mismo defecto en la construcción de sus proyectos y es que han
opacado sistemáticamente la emergencia de cuadros de relevo a sus figuras tan consolidadas,
y son estas dinámicas las que, de alguna manera, estimulan las expectativas.
Por el lado del rocinante Pereyra la lista está
compuesta por fichas desafiantes que en su mayoría tienen el capital suficiente
para atravesar con éxito lo que será sin dudas un duro invierno luego de lo que
parece será una derrota. Capital y estructura, y cuando no esto último, si
apellido, que en cualquier caso equivale a un pasaporte a reconvertir los
discursos con elevadas chances de conquistar parientes sensibles a la
oportunidad política. En definitiva, Pereyra y Crexell buscan sin dudas un
posicionamiento a largo plazo, cuando no la sorda intención de fracturar el MPN
y migrar con nombres, aparatos y discursos a las filas de Quiroga, aunque tal
hipótesis sea resistida con fuerza por los mencionados tras bambalinas.
Distinta será sin dudas la experiencia para aquellos que juegan como
apostadores y no son siquiera fichas en esta contienda y que tendrán
complicaciones para salir indemnes de la patriada. Las seccionales y los
dirigentes locales sin hegemonía distrital, tal el caso del referente de la
seccional Lacar Carlos Salonitti, deberán afrontar de aquí en más el
alistamiento de numerosos contendientes a las internas partidarias que, para
más, contarán con el recuerdo en la retina gubernamental de las fotos ladeando
al rocinante Pereyra en la antesala de los lanzamientos de precandidaturas,
cuando el petrolero recorría las comarcas buscando palenque donde rascarse. Al
respecto, por estos días suele verse gustosos a viejos referentes locales
conchabados en carteras provinciales mostrando sus arengas públicas, sus guiños
saludadores en las avenidas del pueblo como diciendo aquí estamos, volviendo.
El caso del Frente para la Victoria es de
singularidad llamativa. Bien se sabe que los ánimos al interior del armado
provincial del kirchnerismo no es el mejor y todos celan por igual al tiempo
que palmean gustosos las espaldas de adversarios internos futuros. El sábado
que acaba de irse se mostraron en la localidad una buena parte de la lista y
casi por primera vez en el territorio las dos cabezas de la lista y actuales
senadores, Parrilli y Fuentes. El acto en que Fernández fue anfitrión mostró
una nutrida concurrencia de lo que guarda ningún registro el kirchnerismo salvo
aquel que hicieran para la campaña a Gobernador e Intendente en el año 2011
recibiendo la visita del hoy extinto Farizano. En este tramo de la crónica, que
no es análisis, es dable destacar una salvedad que debe reconocérsele al armado
local conocido como Acuerdo Político. Si bien las fuerzas que lo componen no
integran el FpV (salvo el Frente Grande) y por ende no asistieron a la cita, el
modelo local de armado político es observado a nivel provincial por toda
aquella fuerza que tenga sinceros deseos de competir por el poder político real
en la Provincia, que no es más que la mismísima gobernación. En ese sentido
valen dos menciones relevantes. Una es que la lista “de Cristina” (como
mencionara el propio Fuentes en su alocución) tiene un nítido perfil de aquello
que inaugurara la Presidente de la Nación en el acto que hiciera ni bien
asumido su segundo mandato en el Estadio de Vélez Sarsfield y que dioen llamar
“Unidos y Organizados”. La lista en cuestión alberga, no sin oportunos codazos,
zancadillas y desplantes, al parrillismo, a Rioseco, al protodisidente
Bertoldi, a un representante del Frente Grande y los jóvenes Zuñiga y Viveros
que expresan, quizás, lo más dinámico de la militancia al interior del
peronismo provincial. En verdad, de unidos y organizados tienen la voluntad de
Cristina más no claramente las propias. No obstante, vale volver sobre el
punto, en San Martín, y siguiendo la línea del “Acuerdo Político”, se pudo ver
algo de esa voluntad, al menos en las presencias combinadas de Fuentes y Nanci
Parrilli, donde el primero supo conceptuar los problemas del país, los de la
provincia y los de la propia construcción política en el peronismo neuquino que
juega, desde su óptica, a la política pigmea de seguir a la retranca histórica
sin arriesgar la apuesta de jugarle en serio el poder al MPN. El Senador
Fuentes dejó, en la casa del Acuerdo Político, la misión militante y
dirigencial de perfilar en esta campaña el armado y el proyecto que, con cabeza
en el Frente para la Victoria-PJ, dispute el poder en 2015 al MPN. Según
observó este escriba y compartió con los presentes, fue el tramo más destacable
de su discurso y el que mayores expectativas despertó entre su militancia.
En
todos los güines de la comarca hay jugadores que se plantan en la jugada y
apuestan fuerte. Pero en el juego
no todas las fichas son empuñadas y empujadas al paño por los artífices de esos
designios. Es claro que en el caso de los candidatos oficialistas del MPN no
son ellos apostadores de su propia jugada sino instrumento de la apuesta del
Gobernador Sapag. Distinto es el caso de la lista de Pereyra-Crexell, en ellos
lo que hay es una gran apuesta detrás de presentarse como las fichas que
proponen “poner de pie a Neuquén”, que, como se ha dicho en infinidad de veces en
estas páginas, luego de acumulados cincuenta años de construcción de identidad
neuquina hegemonizada por el partido provincial en clave localista/aislacionista,
equivale a reafirmar que es tal partido el que expresa a la Provincia y que sus
hoy contendientes internos representan, por la negativa, a un Estado nacional
que viene a apropiarse de aquello que es de los neuquinos. La apuesta de estos
jugadores es fuerte, es total. Estima este escriba que será extremadamente difícil
que se recompongan los vínculos entre las dos facciones que recargan
semanalmente munición gruesa para tirarse entre sujetos lo que difícilmente
pueda contraponerse en proyectos. Ya fue dicho líneas arriba, hipótesis sobran
y vapores que sean hospitalarios con los polizones políticos del naufragio del 12
de agosto estarán a la orden del día trajinando el océano emepenista. Pereyra es
dueño de su destino, que es capricho de su caja, en tanto que a Lucila le corre
el ADN de la provincia por su torrente sanguíneo y de seguro sabrá regresar envuelta
de otro discurso renovador, más adelante. Bien se sabe que el MPN conserva en
su internismo militante el capital de colonizar todas las primeras planas
regionales al menos dos o tres veces por mandato, lo que le garantiza una
instalación incesante y monopólica de candidatos, entre la continuidad y la
renovación. Inescrutable será, no obstante, el destino de actores de reparto
varios que aspiraron a protagónicos desafiando el curso de la historia y serán,
por ello, desafiados en consecuencia para devolverlos al llano más cruel. Ya se
calzan guantes los púgiles retadores.
Fue dicho en varias columnas, entre ellas la última
llamada La Familia, que el concejal
vecinalista Alberto Bruno y el titular del sindicato de UOCRA local Guillermo
Olarán vienen jugando juntos en la ancha avenida de la derecha local. También
fue dicho en la mencionada columna que ambos se sientan en una mesa clandestina
a perfilar sus apuestas y que el dinero que los vincula es un tanto más negro
que el tono verdoso del paño del crupier que los anfitriona. Lo cierto es que
esta semana el sindicalista Olarán pateo la bolsa y dejó ver que de ella caían
miles. Lo que reveló el sindicalista, que mensajea intimidatoriamente a este
escriba, es que la suma de la discordia habrían sido unos $140.000, que horas
después se convertirían en $250.000. A los mencionados actores locales los une
una ambición común, una conducta similar y cierta incapacidad que, aunque
diferente es conceptualmente convergente. Se sabe que el concejal Bruno a
transitado todos los espacios políticos detrás de su fantasía de hacerse con el
poder local y que en ese tránsito a creado partidos, sindicatos, internas y
alianzas, declaraciones y vehemencias militantes para todos los gustos y
disgustos. En esa línea comienza a transitar el sindicalista de UOCRA quien
luego de una carrera como extorsionador mediático en Bariloche supo cambiar de
ideas por cargos en la Dirección de Tierras, de donde sólo logró irse con denuncias
por sus malos manejos. Pero recaló cerca, con apenas unos siete lagos en el
medio, en San Martín de los Andes, para emprender la misma tarea. Primero
intentó jugar dentro del PJ local pero se fue rápido al no conseguir el cargo
que solicitó en persona al Secretario de Gobierno Guillermo Carnaghi. Pero
claro, la ideología y los proyectos no eran lo suyo, tan sólo los cargos, y pronto
saltaría de trinchera de la mano de quien lo trajo a Neuquén, el titular de
UOCRA provincial Víctor Carcar, quien pronto a ira a juicio por una estafa a la
administración pública por dos millones de pesos dólares (US$ 2.000.000) de la
mano del ex Intendente de Bariloche, el destituido Omar Goye (véase la
recomendable tercer columna de este blog titulada Política, sindicalismo, corrupción y
saqueos que dá cuenta del origen de esa causa y los vínculos políticos
detrás de ella). En la mencionada pirueta, el sindicalista Olarán encabezó una
colectora de la candidata a Intendente Lucila Crexell con el Partido Nuevo
Neuquén, nacido de la mano de Sergio Gallia quien fundiera y dejara en llamas a
la ciudad de Plottier para ser colectora de la lista del MPN que llevó a Sapag
a su reelección. Todo un prodigio de la militancia y la coherencia de quien
pretende ufanarse de querer “otra UOCRA” y “otra política”, y balbucea gutural
un discurso de añoranzas pospolíticas diez años pasado de modas.
Pero decíamos, algo los diferencia en apariencia. Si
bien ambos tributan en un peronismo de derechas y los une un pasado castrense
común, en diferentes fuerzas pero con igual doctrina de seguridad nacional,
tienen divergencias notables. Bruno es un político mesiánico que vende
notablemente su candidatura a Intendente a cualquier apostador que decida comprar
su ficha. En tanto que Olarán es un operador político-mediático que busca
construir el descrédito de sus adversarios sobre la base de un sustrato
discursivo que sobre la política consagró el noventismo y es aquel que reza que
“son todos ladrones”. Y ambos tienen algo en común, no dan el tipo político
para San Martín de los Andes. Bruno, que no registra mucho la realidad, no lo
comprende y persiste obsesivo en su cruzada, pero Olarán que es tanto más
inteligente que aquel sabe que lo suyo no pasará, acaso, de una concejalía o
una Secretaría de la mano de algún asalto derechoso a la Intendencia local, y
es por ello que en los mentideros políticos del Concejo Deliberante sostienen
que esta jugada denuncia que le hizo el sindicalista al concejal guarda un vínculo
con la idea de que comienzan a disputarse la interna de la plata del financista
de Potreo Alto, con el afán de llegar a donde los dos juntos no podrían y es,
un cargo en 2015.
Emilio R.
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